Clío
Me encuentro alistándome para ir a la universidad y no encuentro mi zapato blanco. Lo he buscado por todos lados y no aparece, reviso debajo de mi cama, en mis estantes de zapatos y no está.
Cuando estoy a nada de darme por vencida, decido que por pura casualidad revisaré en el cajón de juguetes de Sol.
Sí, aquí estaba.
Estos días le he enseñado a Sol a que ella debe de encargarse de guardar todo lo que saca, ya que ella es la encargada de sus juguetes. Y lo ha hecho, el problema es que ella no solo guarda sus juguetes ahí, sino que ella guarda todo lo que encuentra. Entre esas cosas, mi zapato.
—Sol— la llamo y ella llega corriendo hacia mí— ¿qué hace mi zapato en tus juguetes? — pregunto viéndola con los ojos entrecerrados.
—No she— responde rascando su cabeza.
—Está muy bien que guardes tus juguetes— le digo dándole una sonrisa— pero no debes de guardar todo lo que miras, ¿está bien?
—Sí— responde ladeando su cabeza.
—Bueno, hora de alistarnos que ya vamos un poco tarde— le digo mientras comienzo a vestirla.
¿Me encuentro nerviosa por ir a la universidad? Sí, pero no puedo evitar esto para siempre
Cuando terminamos por prepararnos, nos despedimos de la Señora Marta y salimos en rumbo a la universidad. Me encuentro bastante ansiosa por saber cómo manejaremos la incomodidad, que seguramente se formará cuando lo vea, pero espero que al final del día no sea todo tan malo.
Íbamos de camino, cuando de la nada el autobús frena de repente y todos debemos de sostenernos bien para no estrellarnos. Miro extrañada al piloto y este solo se encoje de hombros y baja del autobús a ver que pasó.
Observo como analiza cada llanta y suspira observando las dos llantas traseras. Regresa al autobús y su expresión me hace saber que no tiene buenas noticias.
—Lo lamento muchachos— comienza a decir e inmediatamente sé que nos quedaremos aquí estancados por mucho tiempo, lo único bueno es que podré ir caminando ya que la universidad no queda tan lejos de donde nos encontramos en este momento— las dos llantas...
No logra terminar de completar la oración cuando se comienzan a escuchar disparos fuera del autobús, el miedo me intercepta, pero la necesidad de proteger a mi hija es más fuerte. Tomo a Sol en mis brazos y me tiro con ella al suelo, protegiéndola con mi cuerpo.
Los disparos no se detienen y el caos se apodera de todos.
— ¡Llama a la policía! — le grito al chico que se encuentra a mi lado, en el suelo. Él asiente y logra darle la dirección a la policía, antes de escuchar como intentan entrar por la fuerza al bus, a pesar de que el chofer intenta detenerlos.
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Entre Dos Soles
Romans[EN EDICIÓN] Atlas Traid conocía el significado de vivir el dolor en carne propia. Llevaba años escondido en un tormento repleto de oscuridad, soledad y mucho dolor. La vida no lo había tratado como esperaba, más bien lo había dejado abandonado a su...