Capítulo 15

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Clío

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Clío

El taxi se detiene frente a la casa y yo me pongo sumamente feliz de saber que veré a Sol. Atlas agarra el maletín en su brazo derecho y me ayuda a salir del taxi, no sin antes pagarle al chofer.

—Ten cuidado— me pide al ver que subo la única grada para llegar a la casa, giro mis ojos y lo ignoro.

—Estoy bien— le digo y toco la puerta, ya que en este momento no tengo idea de donde pueden estar las llaves. Escucho un grito infantil desde adentro y escucho como comienzan a abrir la puerta.

¡Mami! ¡Tlas! — grita Sol cuando abro la puerta y me pide que la alce, lo cual claramente no puedo hacer, pero Atlas se encarga de solucionar el problema cuando la toma en sus brazos y la acerca a mí.

—Hola mi sol— le digo acariciado su mejilla y besando su cabello, cuando Atlas la baja a mi altura— ¿cómo te has portado? — le pregunto a la vez que, disimuladamente, reviso que ella se encuentre tan bien como dicen, lo cual es así.

Bien, yo jugué con ñora Marta— me dice y yo le sonrío, me explica con su tono de bebé que al parecer jugaron a el circo y al zoológico. Yo la escucho atentamente y le sonrío con emoción, para que sepa que me interesa lo que dice.

— Me alegro mucho Sol— le digo y veo como Atlas sonríe al verla tan emocionada y besa su mejilla repetidas veces, causando que ría descontroladamente.

Observo dentro de la casa como la Señora Marta nos sonríe y ella se acerca a abrazarme cuidadosamente.

—Me alegro mucho que estés bien— dice ella y me alegra saber que ella siempre será una mujer amorosa y que me cuida como si fuera su hija.

—Gracias— le digo abrazándola un poco más fuerte— gracias por cuidar a Sol.

—Es un gusto, sabes que esa niña es una nieta para mí— responde mientras se quita de enfrente, para que podamos entrar— pasen, pasen.

Entramos a la casa y Atlas deja a Sol en el suelo. Atlas saluda un poco incómodo a la Señora Marta y ella nos da varias miradas capciosas, que me hacen reír.

—Permiso— dice Atlas y noto como camina hacia mi habitación para dejar el maletín lleno de mis cosas. A paso lento y con la Señora Marta a mi lado, llego a mi habitación y suspiro llena de alivio al saber que por fin me encuentro en casa.

Llego a mi cama y cuando intento sentarme por mi cuenta, Atlas se adelanta y me ayuda. Suspiro porque sé que, con Atlas a mi lado, no me dejará hacer nada por mi propia cuenta en este estado. Me ayuda a acomodarme y veo como saca todos los medicamentos y utensilios que usaré para la curación y los deja sobre la mesa que se encuentra a un lado de mi cama.

—Veamos— susurra y toma la receta médica en sus manos para comenzar a leer todas las indicaciones, volteo hacia la puerta y me encuentro con la mirada llena de ternura de la Señora Marta, veo como asiente para sí misma y se va, cerrando la puerta con su salida.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora