Capítulo 21

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Clío

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Clío

Nos encontramos terminando de acomodar la última caja cuando veo que de la mochila de Atlas cae un pequeño cuaderno de dibujo, cuando estoy dispuesta a recogerlo, Atlas rápidamente se me adelanta y lo toma él.

— ¡Hey! — le digo al verlo— yo iba a recogerlo— le exclamo molesta.

—Me adelanté— dice él con nerviosismo mientras intenta "ocultarlo" disimuladamente.

— ¿Qué es eso? — le pregunto cruzando mis brazos— ¿por qué tanto misterio por una libreta?

Veo cómo se guarda la pequeña libreta en el bolsillo de su chaqueta y me sonríe con inocencia.

—No es nada, simplemente hay dibujos que hice cuando era niño y me avergüenzan— termina por decir sonriendo de lado y desviando su mirada de la mía, lo que me hace saber que definitivamente está mintiendo.

—Eres pésimo mintiendo— le digo mientras le doy una mala mirada y me volteo hacia Sol— vamos hija, que Tlas está castigado— le digo seria, pero riéndome por dentro por la cara de indignación de Atlas y la de sorpresa de Sol.

Tlas— lo llama ella espantada— ¿qué hishiste? — le pregunta ella susurrando en un intento de decirle que "qué hizo".

—¿Yo? nada— dice Atlas frunciendo el ceño hacia mí y yo desvió la mirada porque si lo miro me reiré— Clío...— me llama él y cargo a Sol.

—Adiós— le digo saliendo de la habitación para ir a preparar algo de comer y veo como Sol se despide de él con la mano y una cara de pesar en su rostro.

Cuando ya me encuentro en la cocina no puedo evitar soltar una gran carcajada y Sol me mira enojada y veo como cruza sus brazos.

No, no, no— me dice negando con su cabeza— Tlas triste— dice ella y yo me sorprendo al ver cómo después de que se pelean y todo, ella lo defiende.

—Tlas se portó mal— le informo y ella entre cierra sus ojos hacia mí y me pide que la baje para sentar la en la silla de la cocina.

Comienzo a preparar puré de papas y Sol no despega su mirada fruncida de mí, noto como cambia su mirada de la mía hacia la puerta de la cocina, como si quisiera huir. Suspiro rendida y apago la estufa mientras camino hacia Sol.

—Deja de mirarme así— le digo rodando mis ojos y cargándola en mis brazos mientras nos dirigimos de nuevo hacia arriba. Al entrar noto como Atlas se encuentra guardando algo en la parte superior del armario y sonríe al vernos, camino hacia él y le entrego a Sol.

—Te la regalo— le digo cuando la toma en brazos y me da una mirada confundida— me está haciendo caras porque estás castigado— le digo riendo y comienzo a caminar hacia la salida— ahora la cuidas tú.

Salgo sonriendo de la habitación porque me encanta su complicidad. Sin duda el que Sol tenga a alguien más en quién confiar, me da mucha tranquilidad y seguridad.

Entre Dos SolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora