CAPÍTULO 1: La llegada

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Mi primer día de clases de la universidad empieza con normalidad.

La alarma suena, me volteo para alcanzar el teléfono y apagarla y caigo de mi cama. Nada extraño.

Con pesadez y de mala gana me levanto del suelo y me dirijo al baño. Luego de veinte minutos, entre ducharme y vestirme, salgo de mi habitación y bajo a la cocina. El primer día de universidad lo dice todo, o eso leí en una revista, y, aunque nunca he sido alguien que se obsesione con su aspecto, decidí que hoy deslumbraría a todo la galaxia, o al menos a toda mi clase. LLevo un pantalón jean negro a la cintura, un crop top púrpura de encaje, botines negros y un abrigo peludito del color de mi top. LLevo el cabello suelto y mis rizos llegan hasta mis costillas, un poco de rímel en mis largas pestañas y un lip gloss en mis labios, y estoy lista.

En la secundaria no fui exactamente la definición de popular. Mis notas eran lo suficientmente altas y yo no era lo suficientemente bonita para encajar en esa categoría. Pero fui popular entre los profesores cuando buscaban a alguien que sirva de tutor, o a alguien que ayude con programas o concursos académicos. La verdad es que la popularidad intelectual te trae más beneficios que la popularidad superficial. Mientras las más lindas se quedaban en el colegio recibiendo clases o castigadas, yo salía cada vez y cuando los profesores llamaban. Mis faltas eran justificadas, mis clases repetidas, y nunca tuve una sola queja por parte de los maestros. Eso, de la mano de mi esfuerzo, me trajo hasta donde estoy; a punto de empezar mi vida universitaria en la carrera de psicología con una beca completa. 

- Buenos días a todos - digo canturreando, entrando a la cocina. Mis hermanas, Jules y Jenna comen sus amados Froot Loops, mi padre y mi madre están bebiendo su café. Mi padre es un ingeniero industrial que levantó su propia empresa cuando tenía apenas 22 años; mi madre es ingeniera en marketing y también tiene su propia firma. Ellos me han enseñado a trabajar duro por mis ideales desde que era una niña. Les debo todo lo que soy y todo lo que tengo.

- Buen día, universitaria - dice mamá tendiéndome una taza de café - Te ves hermosa, cielo. Vas a tener a todos los muchachos tras de ti.

Mi padre hace una mueca de evidente disgusto al oir el comentario de mamá. El hombre es un celoso de lo peor.

- Desayuna antes de que se te haga tarde - dice acercándo un sandwich a mi

- Claro, celoso - digo sacándole la lengua. Devoro mi sandwich y bebo mi café lo más rápido que puedo, vi la hora en mi reloj y tengo quince minutos para llegar a un sitio que está a media hora de mi casa.

Tomo mi mochila, meto mis llaves y mi celular. Me despido rápidamente de mis padres y las clones, mis hermanas, y salgo de casa. Me subo al auto de mamá y salgo de casa. Mamá me dejó usar su auto por ser el primer día y ella irá en el auto de papá junto con las gemelas. 

Mi primer día será increíble, lo presiento.

No habrá nada que arruine esta oportunidad que tengo.

Llego al campus tres minutos antes de las ocho. Me dirijo corriendo al edificio de mi facultad y busco el aula 5. Entro y me encuentro con Charles y Lucy. Los conocí en la orientación hace una semana. Lucy iba a ser mi compañera en la residencia, así que nos conocimos cuando fui a cancelar mi solicitud para ésta. Sentía que la universidad sería la entrada a mi independencia, pero no acepté quedarme a vivir en en campus. Me siento a gusto todavía en casa, las pequeñas clones me vuelven loca en ocasiones pero mi casa es mi lugar seguro y creo que aún no estoy lista para dejarlo.

El que Lucy y yo congeniáramos tan rápido me extrañó. La verdad es que nunca he sido una de las personas más sociables del mundo, de hecho, sinceramente creí que estaría sola por el resto de la carrera, viviría sola con cincuenta gatos y moriría sola, fea y muerta.

Siempre volveré a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora