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De verdad odiaba los trabajos en pareja.
A parte de parecerle un fastidio convivir con otras personas, esta vez era diferente.
El Final Boss había sido seleccionado como su pareja por culpa de su profesor. Aquel hombre había dicho lo siguiente:
"Aprendan a convivir entre ustedes"
¿Acaso no le bastaba con verlo sufrir día a día tratando de entablar conversación alguna?
Forzarlo a socializar no haría que él lo lograra.
— ¿Seguro que quieres hacer el trabajo conmigo, Kozume-kun?
Ella era el Final Boss.
(N) estaba de pie frente a él, tan hermosa como la princesa de algún videojuego y él... él tan extra e irrelevante como un arbusto entre tantos.
— S-Sí, podemos hacerlo en mi casa.
Si (N) no tuviera tan buen oído, le habría sido imposible escuchar a Kenma.
Aún así, le sonrió y salió corriendo del aula manteniendo esa sonrisa entre sus labios.
Kozume la observó, tan linda y sin preocupaciones, tal como... Tal como si no lo hubiera rechazado cuatro veces seguidas.
Serían unas largas 16 semanas.
[...]
En la decimosexta semana de convivencia con Kenma, (N) se dio cuenta de 5 cosas.
1. Kenma amaba la tarta de manzana.
2. Su cabello parecía un pudín.
3. Arrugaba la nariz cuando le costaba matar a algún Jefe.
4. Cuando ganaba, solía ronronearle en el brazo.
5. Se había enamorado de Kenma.
Ni ella podía procesar lo que acababa de pasar y claramente se sentía avergonzada de sí misma.
Rechazó cuatro veces a Kenma y ahora, era ella la que estaba enamorada. Por obvias razones, esperaba que el setter jamás se enterara, aunque si a Kuroo se le soltaba la lengua, era probable que sí lo supiera.
— ¿Hydro o Pyro? —preguntó Kenma a su lado. — ¿Personajes? — Tartaglia y Klee.
(N) pensó por unos segundos y luego, sonrió antes de responder.
— Klee, es muy pequeña y tierna. También tiene una buena habilidad.
Kozume asintió sin asimilar lo que (N) acaba de decir, hasta que algo pareció conectar en él.
