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—¡Ishi! ¡Tenemos que irnos! —Bokuto apresuraba a su mejor amiga.
—Ya ya, vamos —la chica le arrebató las llaves del auto y ayudó a Kōtarō a tirar su bolso en el asiento trasero.
Lo más probable era que si Bokuto manejaba, les pondrían una multa por exceso de velocidad o terminarían estrellados en algún poste.
—¡Acelera! ¡Los Jackal necesitan a su As!
—Pero Omi no está aquí, ¿tenemos que recogerlo?
El ex-capitán de los búhos la miró mal y pensó su siguiente respuesta.
—Por eso Nico te dejó.
El auto se paró de golpe y la frente del chico impactó contra el asiento delantero.
Kōtaro sintió que su alma abandonaba su cuerpo cuando vio la expresión decaída en el rostro de su amiga, él había pensado en su respuesta, pero no fue la adecuada y acababa de lastimar a su confidente.
—Lleguemos rápido, quiero hablar con Samu —finalizó ella y Kōtarō asintió en silencio.
Acaba de regarla y en grande.
[...]
—¡Shōyō! ¡Mira que grande estás!
El anaranjadito se sonrojó y siguió abrazando a su mayor. No importaba cuántos años pasaran, él se seguiría sonrojando por los halagos de Yoshida Ishi.
—Iré a las gradas, tengan un buen juego —Ishi les sonrió y Sakusa asintió tocándole el cabello.
La chica corrió en dirección contraria a la de ellos y los jugadores miraron inquisitivos al búho.
—Dije algo que no debía —confesó él y un aura depresiva se formó a su alrededor.
Ishi chocó con varias personas luego de comprar sus amados onigiris, estaba feliz, pues Osamu le había regalado unos cuantos más.
—Lo siento —murmuró cuando su cuerpo chocó contra alguien.
—¿Yoshida-san?
Los ojos de la fémina se abrieron a más no poder y saltó a los brazos de aquella persona.
El mal rato que pasó con Bokuto se había esfumado de solo ver a esa persona allí.
—¡Keiji! ¡No sabes cuánto te he extrañado!
El azabache rió y la abrazó con gusto.
Su senpai lo había abandonado hace tres años para irse a Italia y por fin hace unos días había regresado a Japón, tal como se lo prometió.
—Yo también la he extrañado mucho, senpai —susurró Akaashi enterrando su rostro en el cabello negro de su mayor.
[...]
—¿No te gusta el verde entonces?
Akaashi negó.
Él e Ishi habían ido a caminar luego del partido de Bokuto, pues querían ponerse al día con todo lo que les había pasado.
Ishi caminaba a su lado mientras jugueteaba con la consola que llevaba entre manos.
—Yoshida-san, usted... uhm... ¿recuerda la promesa que me hizo?
La azabache asintió ensimismada en el juego, realmente no le estaba prestando atención.
—Entonces quiero que acepte ser mi novia —soltó Keiji esperando que ella despegara sus ojos de la pantalla.
Un leve asentir fue captado por sus ojos y sonrió satisfecho, un paso más.
—Bien, porque los novios hacen esto.
Le arrebató la consola de las manos y se agachó a la altura de la mayor para depositar un suave beso en sus labios.
Se separó y siguió caminando como si nada hubiera pasado.
—¿Novios? ¡¿Somos novios?!
—Sí Yoshida-san, lo somos.
La de ojos celestes se sonrojó de pies a cabeza y comenzó a reír nerviosa.
Pero unos pasos más adelante, recordó por qué ella se había ido a Italia y por qué Akaashi le había recordado aquella promesa.
"Me iré a Italia y cuando vuelva tendré el suficiente dinero para comprar una casa para los dos, tú pagarás el auto y seremos una feliz pareja. Solo espérame, Kei-chan"
Y claro que Akaashi la había esperado.
Para él, su primer amor jamás podría ser olvidado.
Y el caso era que...
Yoshida Ishi era su primer amor.
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