|| 𝖬𝗂𝗒𝖺 𝖳𝗐𝗂𝗇𝗌 ||

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Advertencia: Ninguna.

Osamu desearía haberse quedado a limpiar el gimnasio junto a su capitán, de lo contrario, no estaría presenciando aquella discusión que se veía más tensa que ocasiones anteriores

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Osamu desearía haberse quedado a limpiar el gimnasio junto a su capitán, de lo contrario, no estaría presenciando aquella discusión que se veía más tensa que ocasiones anteriores.

Ayume tenía el rostro rojo de la cólera y Atsumu agitaba los brazos en clara señal de frustración, ninguno llegaría a algún punto si seguían dejándose llevar por las emociones del momento.

Así eran esos dos y él tenía que soportarlos día a día.

— ¡¿Qué diablos es lo que quieres entonces?! —Atsumu se acercó demasiado a Ayume y Osamu se puso de pie por si las dudas.

Incluso si Atsumu era incapaz de ponerle una mano encima a Ayume, los empujones dentro de cada discusión era algo que jamás faltaba de parte de ambos Miya.

— ¡Solo quería que mi hermano mayor me apoyara en lo que me gusta y no en algo que él intenta imponerme! —Osamu alzó las cejas sin creer lo que su hermana había dicho —. Yo solo... solo quiero que estés a mi lado durante mis presentaciones, Atsumu.

— Yume... —el Miya del medio quiso tocarla para calmarla un poco, pero ella solo lo hizo a un lado y abandonó cabizbaja la sala.

Atsumu y Ayume discutían por cualquier cosa, pero esta vez ni siquiera Osamu sabía quién era el culpable.



[...]



— Atsumu —llamó la madre de los gemelos.

— Mamá... —respondió el rubio acostado en el sofá sin intenciones de levantarse.

— Ya está la comida, llama a tus hermanos por favor.

El setter chasqueó la lengua, pero una sola mirada de su madre logró que se pusiera de pie y caminara obediente hasta la habitación de su hermana menor.

Las costumbres no se quitan de un día para otro y eso le sucedió a Atsumu, abrió la puerta sin siquiera tocar, pero grande fue su sorpresa cuando no fue recibido con un libro en la cara, sino todo lo contrario.

Una suave melodía se mezcló en sus oídos y logró quitarle un suspiro.

Ayume estaba de espaldas a él con Osamu frente a ella, él inmerso en los movimientos de su hermana y ella, en cada nota.

Sin embargo, el enojo podía más con el Miya, por lo que tocó con fuerza la puerta —pese a ya haber entrado— y esperó por la reacción de sus hermanos.

— Mamá dice que ya está la comida —masculló y abandonó la habitación.

Atsumu era un hermano mayor celoso y no podía evitar sentir una leve rivalidad con su gemelo si de llamar la atención de Ayume se trataba.

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