Advertencia: Ninguna.
— Yume, ¿sigues despierta?— Sí, pasa.
Atsumu abrió la puerta en total silencio, encontrando a su hermana con el violín entre las manos. Al parecer ella tampoco podía dormir por la tensión de entrenar o practicar día a día para su próxima presentación.
— ¿Estabas entrenando? —preguntó Ayume tendiéndoles una manta azul.
— ¿Cómo sabes?
— Mueves lento las manos, siempre haces lo mismo al entrenar por horas.
— No es porque quiera, a veces se entumecen —se excusó avergonzado Atsumu.
Ella rió y palmeó su lado en la cama para que su hermano se acostara allí, Osamu no estaba en casa así que el consentido de ese día sería el mayor de los gemelos.
Atsumu apoyó su cabeza sobre la almohada favorita de su hermana y la observó cambiar las cuerdas de su violín, tan parsimoniosa que él juró que podría quedarse dormido en cualquier momento.
— ¡Yume! —exclamó Atsumu, logrando que su hermana brincara del susto.
— No grites, Tsumu. Mamá y papá se despertarán.
Sin importarle mucho, el chico rió hasta que poco a poco sus mejillas comenzaron a enrojecer de la vergüenza que le causaría su siguiente petición.
— ¿Tocarías... para... mí?
Ayume ladeó la cabeza confundida, si no estuviera a su lado, solo habría alcanzado a escuchar "Tocarías".
— De acuerdo.
Los ojos de Atsumu desprendieron un inusual brillo al oír el suave inicio de aquella melodía.
Solía pasarle cuando jugaba volleyball y ahora al saber que su hermana estaba tocando solo para él. No para Osamu, no para su madre, para él.
Esa melodía iba dirigida a Miya Atsumu.
Los celos que en algún momento sintió de Osamu al saber que algunas composiciones de Ayume le pertenecían, se esfumó —incluso si no había sido compuesta para él— y una sonrisa se plasmó en sus labios cuando su hermana terminó de tocar.
— El talento debe ser de familia —murmuró él con los ojos casi cerrados.
— Feliz cumpleaños, Tsumu.
Sus ojos se abrieron de golpe y se sentó, empujando a su hermana sin querer y tirándola de la cama.
Una risita escapó de sus labios y se lanzó para abrazar a Ayume, sacándole unas cuántas quejas y maldiciones por lo pesado que era el mayor.
— ¿Y mi regalo? —le preguntó una vez ambos se sentaron en la cama.
— Ya te lo di —contestó ella escondiendo el rostro.
— ¿Cuándo? —confundido, así describiría a Miya Atsumu.
— Hace un momento...
Como si algo se hubiera encendido en su cerebro, dio un salto de la cama hacia el piso y corrió hacia su habitación entre gritos emocionados y risitas extrañas.
Ayume solo alcanzó a escuchar "Samu", "Te gané", "Ahora es mía" y posterior a eso, su madre gritándolo por hacer tanto escándalo a media noche.
— ¡Yume! —entró feliz a la habitación.
— ¡Tsumu!
— Gracias, es el mejor regalo que he recibido en la vida.
Su hermano sonriendo genuinamente con ese leve sonrojo en las mejillas le hizo saber que algo tan pequeño y simple como podía ser una composición para él, acababa de alegrarle el cumpleaños.
— ¿El mejor? ¿Y la caja de arañas que te regaló Samu?
— ¡Eso fue horrible! ¡¿A quién diablos se le ocurre eso como un regalo?!
— A mí.
Incluso si Atsumu resultaba fastidioso en algunas ocasiones, Ayume haría todo lo posible porque esa sonrisa no se borrara de sus labios.
Amaba a sus gemelos diabólicos, qué más podría decir.
*BONUS*
— ¡Ex-capitán roba-hermanas!
La menor de los Miya habría continuado sus horas de sueño junto a Rintarō en la barra de la cocina, de no ser por algún intruso de nombre 'Miya Atsumu'.
— ¡¿Cómo?! ¡¿Cuándo?! ¡¿Dónde?! ¡¿Por qué?!
El albino hizo el amago de comenzar con las respuestas, pero fue rápidamente silenciado por los gritos del rubio.
Osamu se mantenía alejado, intentando deducir en qué momento de su vida, Ayume comenzó a salir con Kita Shinsuke.
¿Cuándo y cómo?
— ¡No me respondas! ¡¿Por qué ella?!
Silencio.
Shinsuke de verdad no iba a responder.
— ¡¿No me vas a responder?! —gritó Atsumu hacia su ex-capitán.
Osamu suspiró y contuvo sus ganas de acompañar a Atsumu en sus gritos histéricos hacia Kita, puesto que la mirada de su hermana le daba a entender que su hermano estaba a nada de terminar con una sartén en la cabeza.
— ¿Por qué nosotros no sabíamos? —preguntó Osamu aparentando tranquilidad.
— Nunca me preguntaron —Ayume se encogió de hombros.
— ¡Pero Ayu-!
La mano de Osamu silenció al setter, quien cruzado de brazos se sentó antes de colapsar debido a la sorpresa.
— ¿Cuánto tiempo?
— Casi 5 años —respondió Shinsuke esta vez.
Y mejor que corriera, porque ni Osamu ni Atsumu le perdonarían haberles ocultado esa relación con su hermana.
Menuda vida llevaría Shinsuke al lado de los gemelos Miya.
arale-chan , una disculpa por tardar tanto, a mi cerebro se le ocurrió reiniciarse hace unos días :'c
En fin, espero que te guste y si hay algo que cambiar, no olvides decírmelo uwu
—кαιяι.
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Haikyuu; Stories
RandomDonde yo escribo lo que se me venga a la mente y tú disfrutas con los chicos de Haikyuu!! ¡Se aceptan pedidos! EN PROCESO: 12/2020