𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 11

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Morgan

—Ahora vengo — Salí del baño ya vestida con mí ropa de deportes —.No tardaré.

—Aún no entiendo por qué quieres salir a correr a está hora.

—Por qué la luna está hermosa y por qué a está hora no hay muchos seres sobrenaturales afuera — Me acerqué a la puerta y la abrí —.Ya me voy.

—Ten cuidado.

—Lo tendré.

Salí del dormitorio, cerré la puerta, camine hacia las escaleras, las baje todas, me acerqué a la puerta del edificio y salí de esté. Ya afuera comencé a correr hacia las canchas de la escuela.

Necesitaba salir a despejarme después de lo qué Kuyng me contó lo de su hermano no me he sentido bien, me siento con tristeza y la verdad no sé por qué  incluso quiero llorar, espero qué no haya perdido enteramente la cabeza, no me imagino estar en un hospital psiquiátrico atada con una camisa de fuerza.

Es algo súper raro, es cómo sí yo sintiera lo mismo qué sienten las personas, es cómo sí todo el dolor qué ellas parecieran yo también lo tuviera, cómo aquella noche qué abracé a Kuyng, esa noche sentí claramente su dolor, su pena eso nunca antes me había pasado. Seguí mí camino hacia las canchas de la escuela y después de unos cinco minutos ya había llegado al lugar.

Estiré mí cuerpo, me prepare y después comencé a correr alrededor de la chancha. El ejercicio siempre me ha ayudado a alejarme un poco del mundo, siempre cuándo mis poderes se salían de control hacia de mí casa para correr durante horas por las calles bajo la luz de la luna.

[...]

—Ya no... puedo más — Camine bastante cansada hacia las gradas, me senté y observé con atención la luna —.Me siento mejor, un poco por lo menos.

Había dado quince vueltas a la cancha, ya no podía más, estaba completamente muerta del cansancio. Saqué mí celular y mire la hora, eran las 10:30 PM, tenía qué regresar a dormir mañana tenía qué levantarme temprano para ir a clases.

Me puse de pié y cuándo estaba por irme el sonido de una botella de cristal rompiéndose vino de la parte trasera de las gradas. Camine hacia la parte trasera de las gradas y vi los cristales en el suelo, era una botella de alcohol, seguí avanzando y en la parte más oscura del lugar alcance a ver a alguien sentado en el suelo.

—¿Hola? — Caminé hacia la persona para ver cómo se encontraba —.¿Te encuentras bien?

La persona alzó su cabeza y me miró.

—Tú...— Susurré —.¿Qué haces aquí?

—Hola, campanita.

—Percival, ¿Qué haces aquí? — Me puse enfrente suyo y me agache para mirarlo a los ojos —.¿Estás ebrio? — Sus ojos estaban rojos, era de más mí pregunta, él aparte de estar borracho había llorado.

—Vete.

—¿Por qué estás llorando? — Pregunté tomando su hombro derecho —.¿Qué te pasa?

—¡Dije qué te vayas!

—No, no me voy a ir y puedes gritar todo lo qué quieras, estás terriblemente, ¿Qué clase de persona sería sí te dejara aquí?

El Instituto Del VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora