Narra Elisabeth:
Íbamos todos caminando como si fuéramos soldados, unos pegados a otros y dando pasos al mismo ritmo. Cuando llegamos al Gran Comedor nos dividimos por casas, era la primera vez que yo me encontraba entre los Gryffindor, me sentía extraña, fuera de lugar. Dirigí mi mirada hacia donde estaban los Slytherin y me di cuenta de que Draco no estaba allí.
-Muchos de vosotros os estaréis preguntando por qué os he reunido a estas horas.- empezó a decir Snape.- Ha llegado a mi conocimiento que hoy por la tarde los mellizos Potter han sido vistos en Hogsmeade. Sabed que si alguien, alumno o profesor intentara ayudar a los Potter sería castigado de modo proporcional a la gravedad de su transgresión. Es más, cualquier persona conocedora de dónde han estado los mellizos esta tarde le invito a que se pronuncie ahora.
En ese momento Harry me agarró de la mano indicándome que era el momento de salir de nuestro escondite. Los dos salimos al frente cogidos de la mano y nuestra aparición causó gritos de sorpresa por parte de la mayoría de los alumnos de Hogwarts.
-Parece que a pesar de sus exhaustivas estrategias defensivas sigue teniendo un problema de seguridad.
Al acabar mi hermano la frase, se abrieron las grandes puertas del Gran Comedor y aparecieron todos los miembros de la Orden del Fénix colocándose detrás de nosotros.
-¿Cómo se atreve a ocupar su lugar? ¡Cuénteles lo que ocurrió aquella noche! ¡Cuénteles cómo le miró a los ojos, a un hombre que confiaba en usted, y le mató!- chilló Harry a lo que Snape sacó su varita y nos apuntó.
Mcgonagall nos apartó a mi hermano y a mí y sacó su varita para enfrentarse a Snape. Empezaron a batirse en duelo el uno contra el otro hasta que finalmente Snape se fue de allí como un cobarde y Mcgonagall devolvió la luz al castillo. Por desgracia, la emoción duró poco, las luces volvieron a apagarse y se escuchó el grito de una niña de primero que se había tirado al suelo con las manos en los oídos. Al acercarnos hacia ella, otro grito se escuchó en el lado contrario de la sala.
-Sé que muchos de vosotros querréis luchar, algunos incluso pensaréis que es lo más inteligente, pero es una insensatez. Entregadme a los mellizos Potter y nadie sufrirá ningún daño, tenéis una hora.- resonó la voz de Voldemort por todo el lugar.
-¿A qué estáis esperando? Que alguien los atrape.- dijo Pansy Párkinson.
-Vaya Pansy, no esperaba menos de ti.- dije burlona hacia ella mientras todos los que nos apoyaban a nosotros se ponían a nuestro alrededor cubriéndonos. Fred me cogió de la mano fuerte justo cuando llegó Filch gritando.
-Mire por donde su llegada es de lo más oportuna. Si es tan amable me gustaría que se llevara a la señorita Párkinson y a todos aquellos que crean que debemos entregar a los mellizos Potter a las mazmorras.- dijo segura la profesora Mcgonagall.
Filch se llevó a Pansy y a un grupo más de alumnos que siempre nos habían odiado a mí y a mi hermano.
-Imagino que habéis vuelto por algún motivo, ¿qué necesitáis?
-Tiempo profesora, tanto como pueda conseguir.- dijo mi hermano.
-Haced lo que tengáis que hacer, yo aseguraré el castillo.
Antes de que saliéramos del Gran Comedor me giré una vez más hacia Fred.
-Nos vemos mañana, ¿verdad?- le pregunté mirándole a los ojos.
-Nos vemos mañana Lizzie, te lo prometo.
Le abracé fuerte y luego seguí a mi hermano para buscar la diadema de Ravenclaw, mientras nosotros buscábamos la diadema Ron y Hermione fueron a la cámara de los secretos para buscar un colmillo de basilisco. Harry y yo subíamos corriendo las escaleras hacia la Sala Común de Ravenclaw cuando Luna llegó hacia nosotros y nos dijo que estábamos yendo al sitio equivocado. Nos dio a entender que probablemente la única que sabría dónde encontrar la diadema sería la Dama Gris, el fantasma de Ravenclaw.
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Mellizos
FanfictionEsta es la historia de dos hermanos mellizos, Harry y Elisabeth Potter. Ellos han sobrevivido al mago más tenebroso de todos los tiempos quien les busca sin descanso para acabar con ellos pero... ¿hará esto que los mellizos renuncien a sus amores? ¿...