La muerte de Dumbledore

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Narra Elisabeth:

Estaba en la sala común leyendo frente a la chimenea ya que no encontraba a Draco por ningún lado, probablemente siguiera hablando con el profesor Snape pero aún así tenía el presentimiento de que algo andaba mal. Tenía la impresión de que sería el día en el que Draco, mi mejor amigo, se convertiría en un asesino.

Pasado un rato, Draco llegó a la sala común que ya estaba casi vacía, noté a mi amigo realmente nervioso y parecía no querer hablar con nadie así que yo le agarré de la túnica justo antes de que pudiera meterse en su habitación.

-Draco, espera. ¿Podemos hablar?

-Elisabeth, no es el momento en serio.

-Vaya Harry me ha dicho lo mismo. Draco tienes que decirme por qué estás tan nervioso.

-Liz, tu hermano casi me mata, ¿cómo no voy a estar nervioso?

-Vamos Draco, no me mientas más, no es por lo de mi hermano.

-Liz, yo...

-¿Es hoy verdad? Hoy cumplirás la misión.

En ese instante mis ojos se llenaron de lágrimas y Draco se percató de ello. Al verme de aquella manera, se acercó a mí y me abrazó fuerte, cuando nos soltamos de aquel abrazo me miró fijamente a los ojos, noté que retenía sus lágrimas y su mirada me suplicaba ayuda. Aún así se armó de valor y me cogió de ambas manos antes de empezar a hablar.

-Es hoy Elisabeth, pero necesito que te quedes en la cama toda la noche y no salgas. Vendrán los mortífagos y no dudarán en hacerte daño si ven que tratas de pararme.

-No Draco, yo voy contigo.

-Elisabeth no puedes hacer nada por mí ya te lo he dicho  mil veces, no tengo elección.

-No voy a intentar frenarte Draco, sé que no tienes otra opción, pero como tu amiga quiero estar ahí.

-Elisabeth no pienso dejar que veas cómo me convierto en asesino.

-Draco, me da igual lo que ocurra esta noche, sé que no lo haces por voluntad propia, sé que no quieres hacer esto, sé que lo haces para protegerte a ti y sobre todo a tu madre. Y yo, Elisabeth Potter, tu mejor amiga, prometo estar ahí para ti porque sé que me necesitas.

Draco me envolvió entre sus brazos y se echó a llorar mientras me susurraba al oído una y otra vez lo agradecido que estaba de que yo fuera su amiga. Cuando conseguí que se calmase un poco quedamos en que esa noche antes de que llegara la hora nos veríamos en la sala común y yo iría tras él con cierta distancia para que ningún mortífago pudiera verme. Nos fuimos cada uno a nuestras respectivas habitaciones y cuando todos los demás slytherins estaban dormidos salí para encontrarme con Draco. Le encontré en la sala común con la mirada perdida y jugando con su varita entre sus manos.

-¿Estás listo?- dije tocándole el hombro.

-¿Segura que quieres venir?

-Estoy segura.

Nos volvimos a abrazar y acto seguido ambos salimos de la sala común de Slytherin y nos dirigimos a la Sala de los Menesteres donde Draco haría aparecer a los mortífagos a través del armario evanescente. Yo me quedé fuera escondida para que no pudieran verme al salir. Después de un rato esperando escuché pasos y la voz de Bellatrix Lestrange y en ese momento ocurrió lo que menos me habría imaginado, unos cuantos miembros de la Orden del Fénix aparecieron para enfrentarse a los mortífagos. Mi preocupación aumentó y empecé a buscar desde mi escondite aquella cabellera pelirroja que por primera vez esperaba no encontrar, y agradecí que no estuviera entre los miembros de la Orden que habían venido a Hogwarts pues la mayoría de ellos no había acabado muy bien, uno de ellos, el hermano mayor de los Weasley, Bill, fue atacado por Fenrir Greyback quien le dejó marcas bastante feas pero logró sobrevivir. Cuando la batalla entre los mortífagos y los miembros de la Orden finalizó, siguieron el rumbo hacia la Torre de astronomía. Antes de seguirles eché un vistazo a la Orden y divisé a mi padrino, quise acercarme a él pero sería demasiado arriesgado así que aún escondida seguí a Draco y los mortífagos en su camino a la torre de astronomía. 

MellizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora