BLIND -Jeon Jungkook.

47

Nota: 

Esta pare estará narrada desde el POV de Misuk y la parte siguiente será desde otro POV, esta será notoria ya que estará escrita en manuscrita. Ahora sí, lean mis hermosas. 

– Misuk, no..- las grandes manos de Hansol tomaron mis hombros, alejándome de él.

Rompiendo aquel beso que segundos antes yo había iniciado.

– Pensé que era lo que querías – dije, aún con mis manos sobre su pecho.

Hansol suspiró, agachando la mirada la tiempo que negaba sutilmente con la cabeza.

– Lo quiero – sus grandes ojos miraban fijamente los míos. – ¡Demonios! Es lo que más quiero.

Soltándome por completo, se alejó adentrándose en mi habitación.

– Si esto es lo que quieres, ¿porqué dejaste de besarme? – pregunté e su dirección.

El chico siguió en la misma posición, dándome la espalda jalando de sus castaños cabellos. Escuchaba su pesada respiración y mis acelerados latidos.

– No lo entiendes.

– Entonces explícame porque definitivamente no entiendo ni una mierda, Hansol.

Estaba molesta, por alguna extraña razón la reacción del que hace algunos años fue mi pareja sentimental me había descolocado por completo.

– Escucha, te quiero, no ha pasado un solo jodido día en el que no me arrepienta por haberte dejado esperando aquella noche – sincero, podía notarlo a simple vista. – ¿Crees que no disfrute que me besaras después de todo este tiempo? Joder, Misuk, si fuera por mi estaríamos sobre tu cama siguiendo lo que comenzaste.

– ¿P-porqué..- mi cuestionamiento quedó flotando en el aire, ya que Hansol interrumpió.

– No puedo – contestó. – Simplemente no puedo.

Apreté los labios, sintiendo ese sabor amargo inundar toda mi cavidad bucal.

Genial, Misuk. Eres una completa estúpida.

– Lo siento – suspiré. – No quise incomodarte.

– No, no..- sus grandes zancadas se escucharon sobre las baldosas. Tomando mi rostro entre sus suaves manos, conectando nuestras miradas de nuevo, habló. – No tienes que disculparte por nada.

– Me siento una acosadora contigo, por besarte de esa manera – escuché una ligera risilla de su parte. – Soy una tonta.

– Claro que lo eres – fruncí el seño. – Pero eres la tonta que se robó mi corazón hace 10 años.

Este chico podía cambiar de personalidad en un abrir y cerrar de ojos.

Aquel Hansol prepotente que en algunas ocasiones se había manifestado, era como si ya no existiera. Ahora podía ver a aquel chico de ojos avellanados que se escabullía a mi habitación después de haber trepado por las hermosas enredaderas florales que colgaban por las paredes de mi antiguo hogar.

Aquel Hansol, con el cual iba a escapar en nuestros años de juventud.

Quién se imaginaría que esta vez, nuestro plan de "escapar" juntos, se haría realidad.