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El olor a panquecas recién hechas inundó mis vías respiratorias.

Abrí mis ojos, acostumbrándome a la tenue luz que brindaba la lámpara que reposaba sobre la mesita de noche. Mi cuerpo estaba totalmente pesado, me costaba si quiera levantar un solo dedo. El cansancio mental había sobre pasado os límites esta vez y eso me dejaba completamente exhausta, además de los litros de lágrimas derramadas durante las últimas horas.

Giré mi cuerpo sobre el colchón, mi habitación estaba inundada en silencio. Solo el ruido de las gotas golpeando el cristal de la ventana cortaba de tajo aquella tranquilidad. Suspiré, tomando valor para sentarme.

Estaba cansada.

¿Quería llorar? No.

Creo que mis lágrimas, a este punto, se agotaron.

Lo único que aún quedaba era aquel dolor punzante en mi pecho.

– ¿Misuk? – la voz de mi hermano llamó mi atención.

Hoseok apareció por la puerta, con sus facciones algo cansadas escondidas bajo una pequeña sonrisa.

– Mamá hizo panquecas..-

– ¿Cuánto tiempo dormí?

Quise mirar la hora en mi teléfono, pero no tenía cabeza para pensar en qué lugar lo había dejado.

– Una hora – contestó el mayor.

¿Una hora? Pensé que habían pasado días.

– ¿Quién hace panquecas a las..- tomé la muñeca de Hoseok, mirando la hora en su bonito reloj. – 2:00 de la mañana?

– Mamá no quiere que te vayas con el estómago vacío.

Esa mujer siempre sabe cómo levantar los ánimos, por poco que sea.

– Espera..- me levanté de golpe, alarmando al mayor. – Tengo que arreglar mis maletas, ¡Maldición!

Abrí las puertas de mi armario sacando cualquier cosa que encontraba a mi paso. Abrigos, bufandas, bragas... Lo que sea, no importaba en este momento.

– Hey, hey, tranquila – Hoseok me tomó por los hombros, girándome en su dirección. – Mientras la bella durmiente dormía, me encargué de que todo estuviera listo.

Fruncí el seño.

Hoseok hizo un pequeño ademán con su cabeza y pude ver dos maletas recargadas sobre la pared cerca de la puerta.

– Pero..- dije, siendo interrumpida.

– No tienes que preocuparte de nada, ¿de acuerdo? – asentí. – Ahora baja, tienes que comer antes de que llegue Hansol.

Cierto, Hansol.

– ¿Qué no vienes? – preguntó Hoseok en el umbral de mi habitación.

– Tengo que ir al baño antes de bajar – mentí. – Iré es unos segundos.

Al parecer mi mentira fue demasiado creíble para mi hermano, ya que no rechistó y salió por completo de mi habitación.

Suspiré.

Sabía que lo que estaba a punto de hacer era una total estupidez. Una completa locura en la escala del 1 al 10, pero era algo que necesitaba hacer.

Tres timbres bastaron para que la llamada conectara al fin.

– Centro Médico Asan, ¿en qué podemos ayudarle?

Quería decir de todo, pero mi lengua estaba entumecida. El corazón me latía a mil.

BLIND -Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora