Nagoya, Japón.
4 años después.
— Misuk, ¿podrías ayudarme con las visitas del turno vespertino? Tengo que recoger los resultados de los exámenes que el doctor Kumune realizó el día de ayer.
— Claro, no te preocupes — sonreí.
— Gracias, gracias — me abrazo cortamente. — Se que hoy es tu tarde libre, pero prometo que te repondré esas horas.
— Hanni, no tienes que preocuparte, de verdad — en realidad, no tenía ningún problema con ello. — Además, prefiero quedarme aquí en el hospital que ir a mi departamento.
— ¿Todavía te cuesta vivir aquí?
La mirada atenta de la peli roja me escanea a todo el rostro pero no de una manera incómoda, además de Hansol ella era la única dentro de este hospital que me ayudó durante todo el proceso de adaptación. Al ser una pasante, los demás médicos y enfermeras me veían como alguien inferior a ellos. Los primeros días fueron los más difíciles, guardias de 48 horas sin tiempo de descansar, correr por todas las áreas médicas ayudando a los pacientes que llegaban de urgencia y qué decir de las noches donde me ponían a revisar todo el inventario de medicamentos e insumos.
Ahora, podía respirar con un poco más de tranquilidad. El padre de Hansol me permitió terminar mi especializante en el área de Oftalmología, irónico lo sé, pero eso me permitió a dejar todas esas arduas tareas atrás y comenzar con mis propios pacientes.
— Qué dices Hanni, si ya soy más Japonesa que Coreana — eso ni yo le la creía.
— Si tú lo dices — golpee su brazo levemente. — Bueno, tengo que irme. Tengo que correr antes de escuchar los gritos histéricos del doctor Kumune.
— Vete tranquila, te aviso cualquier cosa.
Sin nada más que decir, la chica salió corriendo perdiéndose entre la gente que entraba y salía del hospital.
Caminé al centro de enfermeras tomando la tabla de bitácoras de las siguientes visitas médicas. Habían más de 10 de mi área más las visitas de Hanni, me dejaban con un poco más de 30 pacientes.
— Amo mi trabajo, amo mi trabajo.. — susurré, intentando convencerme de que todo era de color rosa y lleno de flores de colores.
Caminé por el pasillo dirigiéndome a mi primer víctima.Toque dos veces recibiendo el tan conocido "Adelante" del otro lado. Sonreí ampliamente viendo a una de mis pacientes consentidas.
— Señora Satsu, ¿Cómo se encuentra el día de hoy?
La mujer de avanzada voz giró en lo dirección. Su blanco cabello brillaba con fuerza gracias a la blanca luz que iluminaba la habitación, sus labios siempre estaban colorados con un llamativo colorete rojo que resaltaba aún más su afinado rostro. El collar de perlas que adornaba su cuello era como la cereza del pastel, perfecto y elegante.
Tomé asiento a un lado suyo, justo en el pequeño sillón a un lado de su silla.
— Mi querida niña, pensé que no vendrías hoy.
— ¿Creyó que iba a poder librarse de mi? — su cálida mano busco la mía, rodeando la con una linda calidez. — ¿Tomó sus medicamentos como le dije?
— Todas y cada una de ellas — habló.
— Sus estudios han mejorado, eso es una buena noticia señora Satsu.
— ¿Eso significa que la cirugía sigue en pie?
— Es probable — noté un deje de decepción en su rostro. — Tengo que hablar con él doctor del área primero para que vea su proceso, no todo está perdido.
— Confío en ti, mi niña — las palabras de esta mujer siempre eran como un bálsamo para mí.
La señora Satsu era una de las pacientes más longevas del lugar. La conocí el año pasado, justo cuando me designaron su caso junto con el doctor encargado del área de oftalmológica. Su caso no era nada que no hubiera visto antes, la visión de su ojo izquierdo era nula y una catarata de tamaño considerable le imposibilitaba el sesenta por ciento de visibilidad en su ojo derecho. Aún así, el notable brillo en sus ojos nunca la abandonaba.
Por alguna extraña razón me encariñe en demasía con ella tanto que acomodaba todas mis rondas nocturnas para que ella fuera la última y así poder quedarme con ella más tiempo de lo habitual. Sus historias y anécdotas eran lo que más disfrutaba además de su grata compañía dentro de este enorme edificio.
— ¿Su hijo la llamó hoy?
La anciana mujer sonrió, mostrando esos apelado dientes.
— Llamó dos veces, hija — su tono era de emoción. — Dijo que vendría a visitarme y traería a mi nieta consigo.
— Me alegra escuchar eso, señora Satsu.
— ¿Hay algo que no me hayas dicho? — cuestionó, con esos ojos tan inquisitivos que eran capaces de sacar hasta la más profunda verdad. — Puedo verlo en tu rostro.
Suspiré.
Era algo extraño. Desde que llegué a Japón, intenté con todas mis fuerzas cortar de tajo con cualquier recuerdo de lo que sucedió aquel día lluvioso. Pero cuando la noche llegaba toda barrera que me encargaba de construir, caía al mismo tiempo que las lágrimas se hacían presentes. El dolor que mi pecho sentía aún seguía latente por las noches al recordar al chico de ojos grisáceos.
— Es por ese chico — aseguró.
— Señora Satsu.. -
— Aunque sonrías e ingentes engañar a todo el mundo, sabes que conmigo no puedes — por algo decían que las personas mayores son la voz de la experiencia. — ¿Alguna vez hablamos sobre mi amado Varón?
Negué.
— Lo conocí cuando a penas tenía 17 años, era una joven tímida y recatada que vivía bajo las estrictas reglas de mi familia — se acomodo mejor en su asiento. — Mi padre solía codearse con los hombres más importantes de Japón en aquellos días.
Miraba hacia arriba como si recordará cada color, esencia y acción de sus recuerdos.
— Mi hermana mayor huyó con un hombre acaudalado del extranjero, ya te imaginarás el grito al cielo que pegaron mis padres — reí. — La única solución que quedaba en esos momentos era que la hija soltera que quedaba con trajera nupcias.

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BLIND -Jeon Jungkook.
FanfictionElla era brillante. Él era ciego. ¿Confías en mí? Ciegamente.