Me recargué sobre la puerta de mi hogar mientras daba un gran suspiro. Nunca antes había sentido tanta felicidad de llegar a casa, y aunque que se sentía exactamente igual que todos los días, solitaria y vacía, me alegraba el simple hecho de estar en mi hábitat natural.
Con la ayuda de mi pie izquierdo retiré mi zapato de mi pie contrario y viceversa, mientras con mi mano derecha buscaba el broche de mi sostén para quitar esa horrible tela que mantenía sostenidos mis distintivos femeninos y al momento en que los dejé libres solté un chillido de satisfacción.
— Dios MiSuk, no quiero ver tus cosas rebotar.
Me asusté a tal grado de gritar histérica mente en un tono más agudo a mi habitual voz.
Jin estaba sentado sobre el sofá riendo de la misma manera como mi grito, solo que su risa era más intensa y ruidosa. Contando esta vez, ya serían tres ocasiones en las que me asustan en mi propia casa.
— ¿No puedes hacer ruido o señales de humo para saber que estas aquí? — mi mano estaba sobre mi pecho sintiendo lo acelerado que estaba mi corazón. — No sabes cómo te detesto en estos momentos.
— Yo siempre te he detestado — sonrió. Tonto. — Por cierto, ¿Qué son estas horas de llegar jovencita? Estuve esperándote para cenar juntos y nunca llegaste.
— Lo siento papá — reí, era tan ilógico que Jin se comportara tan formal cuando su edad mental es de un feto en desarrollo. — Me quedé en casa de Jungkook.
Mi primo tenía una cara de horror que era digna como para enmarcarse y ponerla en la sala de estar a la vista de todos. Este se levantó del sillón y se posicionó frente a mí, sus dos grandes manos tomaron mis pequeños hombros mientras su mirada me inspeccionaba de una manera exagerada.
— ¿No me digas que tú y ese chico? — cuestionó. — A caso tú..-
— ¡Sigo siendo virgen! — alcé mis manos en forma de rendición, el mayor hizo una cara de disgusto como si hubiera comido una gran cantidad de wasabi y este comenzara a hacer sus efectos en su boca.
— ¡MIS OÍDOS! — ahora sus manos estaban a los costados de su cabeza cubriendo sus oídos. — No quiero oír eso.
Esto era una escena para memorar, ni siquiera mis padres se ponían así de dramático cuando hablábamos sobre ''esos'' temas. Pero bueno, estamos hablando de Seokjin, la reina del drama de todo Corea. Pero de repente todo su drama cesó dejando a un Jin completamente serio.
— ¿De verdad eres virgen? — preguntó de la misma manera. Lo miré levantando una ceja y una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro causando así otro ataque de drama. —¡YAH, AHORA TENGO IMÁGENES MENTALES!
— Ya deja tu drama a un lado, corazón — dije caminando hacia mi habitación, escuché pasos detrás de mí lo que significaba que mi primo me seguía.
Entré a mi habitación dirigiéndome inmediatamente a mi armario en busca de ropa que pudiera usar para hoy en la noche. Blusa tras blusa, pantalones, vestidos pero no había una sola prenda que llamara mi atención. Soy una chica, eso es seguro, pero mi forma de vestir no era tan femenina comprada con la de las otras chicas, preferiría mil veces usar un par de pantalones casuales a enseñar mis escuálidas piernas con un tierno vestido. Además no sabía a donde me llevaría Jimin, que tal si me ponía un vestido y me llevaba a realzar actividades extremas que podrían mis bragas de abuelita a vista de todos.
— Jin, necesito tu ayuda — la frustración comenzaba a apoderarse de mi. Tal vez invitar a salir a Jimin había sido una mala idea.
— Claro, ¿en qué soy bueno?

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BLIND -Jeon Jungkook.
Fiksi PenggemarElla era brillante. Él era ciego. ¿Confías en mí? Ciegamente.