– ¿Dónde estamos? – preguntó.
La humedad se sentía por todos lados. Los grandes árboles abrazaban el pequeño lugar formando una cúpula sobre nosotros, pequeñas luces colgaban de las ramas y algunas otras iban de un lado al otro dando ese toque de brillo perfecto entre la oscuridad. La tierra estaba suelta polveando nuestros zapatos conforme íbamos adentrándonos. Las bancas hechas de madera gastada estaban ocupadas por una que otra persona y el ruido de la ciudad no existía a nuestro al rededor, lo único que podías diferenciar era el sonido de los grillos escondidos entre tanta hierba.
– Estamos en el lugar de los secretos – contesté, ayúdando al chico a tomar asiento en una de las bancas debajo de un pequeño arco de luces.
– ¿Lugar de los secretos? – dijo, frunciendo un poco el ceño.
– Así es – miré su perfil el cual parecía ser diez veces más bello que el día anterior. – Todas las personas que vienen tienen miles de secretos, cosas que no se atreven a decir y prefieren que se queden aquí entre las ramas de estos árboles.
No sé en qué momento sucedió pero ahora, nuestras manos estaban juntas. Sonreí ante dicho gesto, de un tiempo para acá estos tipos de mimos entre nosotros ya eran la cosa más normal del universo.
– Creí que éramos los únicos aquí.
Me acerqué un poco más a él, específicamente a su oído. Su aroma me hacía sentir mareada era una exquisita mezcla de perfume y shampoo de menta.
– A unas bancas de nosotros está el señor Cheng, suele venir todos los viernes sin falta – dije. – Se divorció hace dos años, su pequeña hija invidente lo acompaña de vez en cuando – al decir aquello, Jeon puso más atención.
– ¿Cómo sabes eso?
– Digamos que cuando quiero salir un poco de la rutina vengo aquí, conozco a cada una de las personas que comparten el mismo pensamiento que yo.
– Así que conoces a todos – comentó, curvando una de sus cejas de manera juguetona. – Bien, cuéntame un poco más.
Reí, acomodando mi cabeza sobre su hombro. Miré a mi alrededor.
– Justo frente a nosotros está YinSu, tiene mi edad. Su madre la deja de paso a su trabajo y siempre trae un libro en su mano – la nombrada suspiraba pasando hoja por hoja del libro. – A dos bancas junto al sauce está la señora Sang ella viene todos los días y se sienta justo en ese lugar, viste los mejores conjuntos y siempre lleva labial rojo en sus labios. Nunca obtendrás una mirada triste aunque por dentro esté a punto de colpsar.
– ¿A qué te refieres?
– Se sienta solitaria en espera del amor de su vida – sonreí.
La señora Sang era una persona noble, siempre saludaba sin importar si te conocía o no. Cuando el sol se oculta es su momento de desaparecer dejando un toque de nostalgia en el lugar.
– Es injusto – dije, sintiendo un poco de decepción. Jeon giró su mirada no llegando a mis ojos. – No entiendo como una persona como ella no tiene a alguien a su lado, da miedo pensar que tal vez nunca pueda demostrar todo el amor que tiene por dar.
– Estoy seguro de que alguien llegará a su vida, Misuk – dijo él, depositando un pequeño beso sobre el dorso de mi mano. – Todos, en algún momento de nuestra vida, encontramos a esa persona sin importar en qué circunstancia estemos.
– Jungkook, ¿alguna vez has estado enamorado?
Después de pensarlo un poco, el chico habló. – No lo sé.

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BLIND -Jeon Jungkook.
Hayran KurguElla era brillante. Él era ciego. ¿Confías en mí? Ciegamente.