23

14.6K 1.3K 224
                                        

Había olvidado lo aburrido que era quedarse en casa, mi espala dolía y no exactamente por haber tenido actividad física. Mi cuerpo se sentía entumecido como resultado de pasar varias horas recostada en la misma posición, mi cabello de seguro parece nido de pájaros después de una ráfaga de viento y no quiero ni pensar como se ve mi rostro.

La noche había caído sobre Seúl. Mi mirada viajó por todo el techo de mi habitación, para sobre llevar el tiempo me dispuse a contar las pequeñas baldosas blanquecinas que decoraban el marco del gran ventanal. 427 para ser exactos. Suspiré, si no hubiera pasado nada la noche anterior justo ahora estaría en la casa de los Jeon, y quien sabe, tal vez los brazos de Jungkook estarían rodeándome en un cálido abrazo.

– ¿Cómo te sientes?

La voz de Seokjin hizo eco en mi habitación, asomándose por una pequeña abertura de la puerta como si se estuviera asegurando de que no estaba en paños menores.

– Supongo que mejor – contesté.

La corpulenta figura del mayor se hizo paso dentro de mi habitación, dejando sobre la mesita de noche una charola con comida, galletas y un vaso de jugo.

– Come, preparé las galletas yo mismo – dijo Jin totalmente orgulloso de su trabajo. Por lo menos se veían mejor que las anteriores, las pobres terminaron cafés y no precisamente por las chispas de chocolate.

– No tengo hambre – y para que yo diga algo como esto es porque de verdad mi estómago no está en condiciones para aceptar alimentos.

– Oh no, eso no señorita – ahora sus posaderas estaban sobre mi cómodo colchón. – No pasé todo el día horneando estas bonitas y deliciosas galletas como para que tú, después del susto que me diste ayer, te niegues a probar bocado.

Hay veces en las que me pregunto cómo demonios Seokjin puede hablar tan rápido sin quedarse sin aire.

– Y te lo agradezco – sonreí. – Pero mi estómago me odia en estos momentos.

Vi como sus comisuras se elevaban en una pequeña sonrisa, remarcando esos pequeños hoyuelos en sus mejillas.

– Tu chico habló.

Por un momento olvidé todo al momento que esas palabras salieron de su boca. ¿Jungkook llamó y no me habían dicho nada? ¿Qué acaso estamos locos?

– ¿Cuándo? ¿Cómo? – Seokjin, el muy bastardo parecía estar muy entretenido con mi repentino ataque de preguntas. – ¿Porqué no me pasaron la llamada? ¡Maldición, Seokjin!

Rápidamente me levanté de mi cama aquella de la que no me había levantado, Dios apesto a mil rayos.

– Hey, hey – un tirón en mi camisa me hizo retroceder nuevamente. – Alto ahí vaquera, estás enferma.

– ¡Por mil demonios, no estoy enferma! ¿Cuántas veces tengo que repetirlo?

Pensé que el tema de mi pequeño defecto había quedado por la paz.

– Sólo déjame bajar por el teléfono a la sala y vuelvo directo a mi cama – era hora de usar la táctica "ojitos bonitos".

– No.

– Jin, por favor..- rayos, no está funcionando esta vez.

Seokjin me miró serio. – Si comes te dejo llamarlo.

– ¿Acaso eres mi madre? – pregunté en intento de parecer molesta, pero era muy divertido ver su faceta de madre preocupada.

– Por el momento si – dijo. – Ahora come.

BLIND -Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora