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Me detuve frente a una gran casa de color gris. Un largo camino de tierra rojiza guiaba hacia la entrada, mi pulso aumentaba con cada paso que daba y podía sentir como de mis manos emanaba una ligera capa de sudor frío. Cuando menos lo pensé ya estaba frente a la puerta, dudé unos minutos en tocar pero al final tuve que hacerlo no podía quedarme como tonta mirando a la nada.

Una mujer muy bien arreglada apareció del otro lado de la puerta. Su cabello castaño caía de una manera muy suave sobre sus hombros y sus ojos grandes me hacían recordar al chico de la foto. La mujer, al no ver respuesta de mi parte, me dedicó una cálida sonrisa.

— Oh, lo siento y-yo... — tartamudeé, odiaba hacerlo.

— ¿Eres Jung MiSuk? — la miré sorprendida y asentí rápidamente. — Ven pasa.

Cuando entre a la casa mis ojos se abrieron al doble, era verdaderamente hermosa. La sala estaba perfectamente decorada.
En una esquina deslumbraba un gran piano color crema acompañado de un candelabro que danzaba encima de este. Frente a los sillones se encontraba una pequeña mesa decorada con un jarrón antiguo y la pared principal estaba simétricamente decorada con cuadros y fotografías familiares además de que no podía dejar de admirar la belleza de las flores que adornaban cada florero de la casa.

— ¿Qué te ofrezco? ¿Un vaso de agua? ¿Una taza de té?

Su voz me sacó de mi pequeño trance de admiración. Miré a la mujer, la cual seguía teniendo esa cálida sonrisa sobre su rostro.

— Un vaso de agua está bien. — le devolví el gesto.

— Iré por el a la cocina — caminó unos cuantos pasos pero se detuvo girándose hacía mi. — Oh pero toma asiento, por favor.

Hice lo que me había indicado unos segundos antes y cuando lo hice lo agradecí como nunca. El sillón era jodidamente suave y esponjoso podría pasar todos los días acostada en este sillón.

Escuché unos pasos acercarse hacía donde yo estaba, era la mujer que supongo es la madre del chico puesto que el parecido entre ellos era impresionante. Me entregó el vaso de agua el cual recibí con una pequeña sonrisa ella en cambio traía una taza de té consigo.

— Bueno MiSuk, supongo tendrás miles de preguntas acerca de mi hijo.

Ven, no estaba tan equivocada.

— Si no le molesta, quisiera comenzar hablando con usted antes que todo.

— Claro, pregunta lo que quieras.

Saqué de mi mochila todo lo necesario para comenzar con esta ronda de preguntas.

— Aquí dice que su hijo...

— Jeon JungKook — la miré, había completado mi oración. — Puedes decirle JungKook.

— JungKook, perdió la vista cuando tenía 19 años.

— Fue algo terrible para todos, más para él — dijo dejando la taza de té sobre la pequeña mesa de centro. — Desde ese día mi hijo no es el mismo y claro que entiendo su cambio de actitud, dejó de ser aquel joven alegre que cantaba por toda la casa y en su lugar llegó un chico solitario al cual desconozco.

Me sentía mal por ese chico, me podía ver en sus zapatos; levantarte cada mañana rogando poder volver a ser el mismo de antes y no conseguirlo. 

— Lo siento — susurré. La mujer me miró e hizo algo que no me esperaba, tomó mi mano entre las suyas dándole un ligero apretón.

— Está bien linda — esta mujer era muy amable, demasiado diría yo. —MiSuk, JungKook es... Bueno, puede ser un poco terco pero es un buen chico.

BLIND -Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora