CAPÍTULO 47

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HIELO

Me encontraba comiendo en el comedor con un serio Nekane sentado enfrente mía. Estaba claro que la maldita de mi amiga se lo había contado todo, antes de irse con su familia la noche anterior, para estar segura de que estaría vijilada y no lo volvería a intentar.

¿Lo peor? Que además de tenerlo pegado a mi todo el maldito día, se comportaba de forma tosca y seca, como si estuviera enfadado.

Pinché un trozo de carne con desgana y sin hambre. La verdad esque ese día no me encontraba muy bien, me había levantado con dolor de cabeza y retortijones en el estomago y también llevaba todo el día con náuseas. Y cuando tienes náuseas la comida es lo último que te entra en el estómago. Pero claro, con Nekane cómo "guardián" de que no me pasara nada, no podía negarme.

Noté su fría mirada puesta en mi y yo alcé la vista.

--¿Qué?-- pregunté exasperada.

Él no dijo nada, solo agachó la cabeza y siguió comiendo. Yo no pude soportarlo más.

-- Se que sabes que intenté cortarme las venas.-- dije sin alzar la vista del plato.

Volví a notar su mirada puesta en mi y yo levanté la cabeza para verlo.

-Y ¿Por qué demonios lo hiciste?-- me gritó.

-- Eso no es de tu incumbencia. Simplemente quiero que sepas que no pienso intentarlo de nuevo. Lo digo por si eso te sirve de consuelo.- Le espeté.

Él me miró incrédulo y luego reaccionó.

-- Si piensas que por decir eso te voy a dejar sola estas muy equivocada. Ya no me fio de lo que eres capaz de hacer. -- Me respondió. --¡Y lo peor es que solo te haces daño a ti misma!

Noté un terrible dolor de estómago y una náusea la cual fue seguida por toda la comida que había tragado ese día. Apenas tube tiempo de levantarme y salir corriendo al baño para bomitar en el retrete.

¿Por qué me encontraré tan mal hoy? ¿Estaré enferma? Pero ¡yo nunca enfermo!

Una vez huve hechado todo me heché a un lado y me agarré fuerte la barriga. Ahora me sentía vacía. Noté que todo daba vueltas a mi alrededor, me estaba mareando.

--¡Berenice! ¿Berenice estas bien?-- Preguntó la voz preocupada de Nekane mientras petaba a la puerta del baño.

-- No-- musité.

No creí que me hubiera oído, sin embargo tras decir eso él abrió la puerta de golpe para verme allí tirada en el suelo en uno de los cubículos.

--¿Que te pasa?-- Preguntó acercándose a mi.

-- Me duele la cabeza y acabo de bomitar. No me encuentro bien.-- Respondí casi sin fuerzas para hablar.

Él se agachó donde yo estaba y me cojió en brazos.

-- Te llevaré a tu cuarto y llamaré a la enfermera.

Yo asentí dejándome estar en sus brazos sin fuerzas para protestar, cerré los ojos y me desmallé en ellos.

Hielo contra Fuego. (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora