FUEGO
Convencer a mi amigo de que no se lo contara a nadie y ayudarlo a que dejara de estar istérico, costó más de lo que me esperaba. Pero después de hablar durante todo el día se había relajado y había acabado asumiendo que su mejor amigo tenía encuentros prohibidos con una hielana.
Ahora ya lunes por la mañana volvimos a hablar del tema ya más relajados
-- Te ayudaré a salir pero solo si me prometes que a la mínima posibilidad de peligro volverás y te olvidarás del tema. -- Me dijo él después de estar todo el día discutiendo.
Algo un poco difícil de prometer. Pensé
-- No tienes por qué ayudarme. Esto es problema mio. No quiero que te metas en ningún lío por mi culpa. -- Le respondí sinceramente.
-- ¿Chaval, pero cuantas veces te he sacado de apuros sin salir en absoluto mal parado?-- me preguntó insinuadoramente.
-- Muchas-- reconocí-- pero esto no es lo mismo. Esto es más peligroso.
-- ¿Y cuantas veces tú me has sacado a mi de problemas? -- Siguió él.
-- Unas cuantas.
-- Pues esa es la cuestión. Somos amigos y por eso siempre nos ayudamos y nos apoyamos cuando es necesario. Estoy seguro de que si yo estuviera en tu lugar tú me ayudarías.
Sí, eso era cierto. Daría muchas cosas por ese chico valiente que siempre me había ayudado más de lo que yo había podido ayudarle a él.
-- Está bien, pero prométeme que no te meterás en problemas. -- Le dije.
-- Lo mismo te digo yo a ti. Eres tú el que está manteniendo una relación amistosa con una hielana, no yo.
-- Bueno ¿y ahora qué? -- Le pregunté.
-- Ahora dejamelo a mi.-- respondió él.
* * *
Caminé un buen rato hasta llegar a mi destino, a la linde. No sabía realmente lo que había hecho Kenneth, solo sabía que se las había apañado para hacer que el director estuviera lo suficientemente ocupado como para no preocuparse por mi.
Y así tal cual, por el descuido del director, me escabullí por la ventana de la biblioteca. No fué fácil, pero después de todas las locuras que había hecho a lo largo de mi vida, no me resultó algo imposible de conseguir.
Una vez llegué me apollé en el árbol quemado, que me había observádo desde que no era más que un niño pequeño.
Y esperé. Aunque en realidad ya no estaba tan seguro de que ella viniera. A fin de cuentas la había dejado plantada sin aviso él día anterior.
Al cabo de un rato la vi caminando hacia aquí. Tan bella como siempre. Era una chica muy guapa. Aunque cuando la tuve más cerca me di cuenta de que estaba seria y no me miraba a mi. Tenía la mirada perdida, ausente y no parecía feliz, más bien parecía deprimida.
¿Le habría ocurrido algo? Me estremecí de horror al pensar que eso pudiera ser posible.
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Hielo contra Fuego. (LIBRO I)
FantasiUna guerra sin fin, muchos peligros y amenazas y un secreto que deberá ser descubierto. Un planeta dividido entre el hielo y el fuego en el que sus habitantes son incompatibles y se odian. Berenice, que es una hielana, se dará cuenta de lo equivoc...