HIELO
Kaled se abalanzó a mi, evidentemente para consolarme. Pero yo no tenía ganas de estar con él ahora. No tenía ganas de darle explicaciones de por qué me encontraba así. ¡Y sobre todo, lo que menos quería en esos momentos era estar con ningún chico!
-- ¡Dejame! -- Dije aportándolo de un empujón. -- ¡Por favor vete! ¡Quiero estar sola!
-- Berenice... ¿que te pasa?-- me dijo él acercándoseme de nuevo para acariciarme la mejilla y me secó las lágrimas con sus pulgares.
Yo lo aparté de un manotazo. Y cuando me estaba dando la vuelta para salir corriendo de vuelta él me agarró del brazo.
Me giré esta vez con una mirada asesina.
-- Sueltame.-- Le ordené recalcando cada sílaba.
¡Ya estaba arta! ¡Arta de que todos los chicos me agarraran como si nada, como si yo les perteneciese! Puede que me gustara Kaled, que fuera mi novio y que daría lo que fuera por él, pero en esos momentos lo último que quería era tener que soportarlo. Solo quería estar sola.
-- ¿Berenice pero que te pasa? ¿Te he hecho algo? -- Él parecía desesperado y aun no me había soltado.
Yo moví mi brazo hacia arriba para zafarme de él.
-- ¡No, no me has hecho nada, solo quiero estar sola!
¿Pero esque es tan difícil de entender?
Ya hacía un rato, desde que había llegado, que mi tristeza y mis lágrimas se habían convertido en un ataque de nervios y furia.
-- ¡No pienso irme hasta que me digas lo que te pasa!-- exclamó él y me agarró de nuevo pero esta vez por las muñecas y con más fuerza.
Me miró desafiante y esperando una respuesta. Yo forcejeé pero no conseguí absolutamente nada. ¿Pero que demonios tenían los chicos conmigo que siempre me sujetaban y me inmovilizaban como si no fuera nada? ¡No era justo! ¡Estaba arta de esto!
Sin previo aviso hice lo que menos me habría esperado. Use mis poderes. Hacía años literalmente que no los usaba. La última vez que los había usado, cuando tenía 12 años, casi conjelé viva a mi prima pequeña, fué un accidente pero desde entonces me prometí a mi misma no volver a usarlos nunca más.
¡Y en esos momentos los había usado contra Kaled! Él se apartó bruscamente de mi y cayó al suelo abrazándose las manos congeladas a a sus costados. Su expresión de dolor me indicaba que me había pasado.
Me abalancé hacia él para ayudarlo pero él se puso de pie de golpe y se alejó de mi con una expresión de tremendo horror.
--¡Kaled lo siento!-- Exclamé, pero ya era demasiado tarde. Él se dió la vuelta y hechó a correr, supuse que de vuelta a su casa.
-- ¡Kaled! ¡Lo siento de veras!-- Le grité.
Él se giró y su expresión de repugnancia y amargura me destrozó el corazón por completo.
-- ¡Aléjate de mi! -- Exclamó. -- ¡Kenneth tenía razón! ¡Eres peligrosa!
Luego de dedicarme estas horribles palabras se giró y volvió a correr y ya no se paró más.
Yo caí de rodillas en la fría nieve, destrozada, magullada, desesperada y con toda la poca esperanza, de que algo mejor pasara, por los suelos. Y me heché a llorar por enésima vez en ese día.
Pero esta vez no por miedo ni por el hecho de perder mi dignidad... Sino porque acababa de perder lo que probablemente había sido una de las pocas personas que me había aceptado tal y como era, la única persona que no me había juzgado mal en ningún momento, la única persona por la que habría dado la vida... El único chico del que creía haberme enamorado... realmente.
Y lo había perdido. Porque no podía haber sido más imbécil como para pagar con él todo lo que me había hecho el otro mocoso estúpido.
-- Soy una idiota.-- sollocé.
Pero, ¿que he hecho yo merecer esto?
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Hielo contra Fuego. (LIBRO I)
FantasíaUna guerra sin fin, muchos peligros y amenazas y un secreto que deberá ser descubierto. Un planeta dividido entre el hielo y el fuego en el que sus habitantes son incompatibles y se odian. Berenice, que es una hielana, se dará cuenta de lo equivoc...