CAPÍTULO 31

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HIELO

Noté como la persona que había entrado subía las escaleras. Yo me apollé contra la pared ocultandome en la oscuridad que allí había, sin ser capaz de moverme por el terror.
Sin embargo para mi sorpresa, me topé con la figura esbelta de Kaled. Él aún no me había visto. Yo suspiré de alivio y él se giró sorprendido para verme.

-- ¡O dios, menos mal que estás bien!-- suspiró él aliviado y me abrazó con tanta fuerza que me dejó sin respiración.

Luego se apartó de mi y me miró con cara furiosa.

--¿Esque te has vuelto loca?-- gritó--¿Acaso quieres que te maten?

Su expresión daba miedo. Yo me aparté un poco de la pared.

-- No -- murmuré aterrada. Kaled había pasado del alivio a la furia en menos que se tarda en decirlo.

-- ¿En que demonios estabas pensando?-- siguió gritándome.

Yo lo miré sin saber que contestar.

-- Bueno yo... Vine aquí inconscientemente. No... No vine porque quisiera.-- tartamudeé.

Estaba aterrada, este no era el Kaled que yo conocía. Él se acercó a mi, me agarró fuerte de las muñecas y me empujó contra la pared sin soltarme en ningún momento. ¡Parecía que me iva a matar!

Yo gemí asustada. Él abrió la boca para decirme algo, pero sus palabras no salieron, porque fue interrumpido por un ruidoso golpe. ¡Alguien había entrado en la casa! ¡Y esta vez no sería nadie de confianza!

Kaled se apartó de mi dejándome libre. Yo jadeé y cojí el aire que inconscientemente había estado conteniendo.

La persona que entró no se paró abajo sino que escuché cómo subía las escaleras. Por sus pesada y fuerte forma de andar intuí que devia ser un hombre.

Kaled me agarró de la muñeca cogiendome desprevenida y tiró de mi, llevándome al primer cuarto.

Cerró la puerta tras de si y se quedó haí mirándola con terror en el rostro. Su enfado se había disipado por completo, ahora estaba preocupado. Él encendió la luz y yo me giré para ver la estancia en la que me encontraba.

Me quedé en el sitio paralizada y asombrada por lo que veían mis ojos. Tiré de la manga de Kaled llamandolo para que se girara también. Él obedeció y se quedó con la misma expresión que yo.

Delante nuestra se veía un cuarto mediano e infantil. En el lado izquierdo de la habitación habían dos pequeñas camas gemelas. Pero no fue eso lo que nos dejó de piedra, sino lo que había escrito encima de estas.

En la cama de la derecha, en un cuadro blanco bordeado de rojo y también escrito con letras rojas, ponía Kaled. En la otra cama, con la misma decoración pero de color azul ¡ponía mi nombre!

Giré entonces un poco la cabeza para ver un pequeño cuadro en el que aparecían dos niños pequeños de unos 2 años. Eran un niño y una niña. El niño tenía los ojos marrones destilando fuego y la piel morena. ¡Era idéntico a Kaled!

La niña, por el contrario, era más pálida, tenía los ojos color azul de agua cristal y el pelo negro claro. Me quedé absorta al fijarme en la pequeña mecha blanca que relucia en sus cortos cabellos negros. ¡Era yo!

Me tambaleé mareada y Kaled me sugetó a tiempo para que no me callera. De pronto oímos el ruido del pomo de la puerta al moverse. Nos giramos sobresaltados. Kaled había puesto el pestillo, pero aún así estaba claro que eso no sería ningún impedimento para que el hombre entrara.

Kaled volvió a agarrarme del brazo y me arrastró hasta el pequeño armario de metal blanco que había al lado derecho de la habitación. Abrió las puertas y me metió dentro.

-- No salgas de aquí hasta que nos hallamos ido. En cuanto mires que ya no estamos en la casa corre lo más que puedas hasta tu ciudad. ¿Me has entendido?-- me ordenó él. Yo asentí con la cabeza.

-- ¿Y tú? ¿Que harás?-- Le pregunté preocupada.

-- Hablaré con el hombre, intentaré sacarlo de la casa para que tú puedas irte.-- Me respondió-- tranquila yo estaré bien. He estado en circunstancias peores.-- Me dijo al ver mi expresión preocupada.

Luego cerró las puertas del armario y se dirigió a la puerta. Para mi suerte el armario tenía rendijas asique pude ver la escena que aconteció afuera.

Hielo contra Fuego. (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora