CAPÍTULO 7

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FUEGO

-- ¡Kaled Watterson mireme cuando le hablo!-- Exclamó él director.

Nada más haber llegado de la linde y del dulce beso que tuve con Berenice, nada más llegar al instituto resonó la voz del director, por los altavoces, llamándome a su despacho.

-- Sus notas son cada vez más bajas. Voy a tener que tomar medidas drásticas con usted.

-- ¿Medidas drásticas? -- Me reí.

-- Sí, he hablado con tu tío, Kaled.Y  está de acuerdo conmigo en que deberías aplicarte más en tus estudios y menos en irte de juerga por haí.

Si usted supiera donde ando yo por las tardes... Pensé. Y me heché a reír dándome cuenta de que el director había pasado de hablarme de usted a hablarme de tu.

-- Usted está exagerando señor director. Mis notas están igual que siempre.

-- ¡Ese es el problema!-- Casi gritó el director. -- Kaled, as suspendido la mitad de las asignaturas. -- Dijo esta vez más pacientemente, aunque siendo yo con el que estaba tratando la paciencia poco le iba a durar.

-- Aun queda el tercer trimestre y de todas formas eso es asunto mio.-- dije cruzándome de brazos.

Al director casi le da un ataque de isteria ante mi comentario.

-- Sí, pero tu no muestras ningún empeño en aprobar el tercer trimestre ¡y esto no es un juego en el que puedas decidir por tu propia cuenta! -- Dijo respondiendo, a mis dos contestaciones, por orden.

Abrí la boca para protestar pero él me fulminó con la mirada indicandome que aún no había terminado.

-- A partir de ahora te quedarás en tu cuarto o en la biblioteca por las tardes a estudiar y a hacer tus tareas.

Abrí los ojos como platos.

--¿¡Que!? ¡No puede obligarme a quedarme encerrado en el recinto todo el día!

-- Ah ya bueno, tendrás un par de horas de descanso pero no más.

Yo lo miré incrédulo. ¡No podía estar hablando enserio!

-- ¡Esto ba contra la ley!

-- Los castigos no ban contra de ley alguna y menos si tu tutor, en este caso tu tío, está de acuerdo.

Yo no me lo podía creer. ¿Mi tío?  ¿Enserio mi tío estaba de acuerdo con esto? ¡Imposible! Él no era tan cruel.

-- Bueno pues si esto es un castigo quiere decir que algún día tendrá que levantarmelo. -- conjeturé.

-- Lo haré en cuanto empieces a dar resultados, no antes.

¡Mierda! ¿Y ahora que hago?

No tenía ganas de dejar plantada a Berenice, por que estaba segurísimo de que volvería a la linde. Y no tenía forma de avisarla.

-- Puedes irte -- graznó el director sacándome de mis pensamientos.

Salí del despacho rezongando insultos y palabrotas a más no poder. ¿Y ahora que haría? No podía dejar plantada a Berenice, era una buena chica y muy guapa y besa genial pensé. Pero tampoco podía incumplir el castigo del director o eso podría propinarme una expulsión lo cual me acarrearía problemas tanto a mi cómo a mi tío.

¡Mierda, Mierda, Mierda!

En cuanto llegué a mi cuarto cerré de un portazo, solté un grito y levanté mis manos para quemar la mesilla de noche con mis poderes, llevado por la furia.

-- ¡Maldito director! -- Exclamé-- ¡Maldito mi tío!

Solté otro grito de furia y quemé la alfombra, que descansaba en el suelo al lado de la litera.

Hielo contra Fuego. (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora