CAPÍTULO 12

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HIELO

Con gran esfuerzo, pero delicadamente me aparté de él y lo miré a los ojos.

-- No deberíamos hacer esto.-- Le dije -- Es peligroso.

-- Me da igual-- me respondió él y volvió a agarrarseme de la cintura por mi espalda, apollando su cabeza en mi hombro izquierdo. -- Me gustas Berenice. Se que no debería pero... estoy enamorado de ti. -- Esto último me lo dijo en el oído con un susurro.

Me estremecí al notar su aliento.

-- Tú también me gustas. -- Le dije, casi podía notar su sonrisa.-- Pero aún así esto no está bien.

Él se giró un poco para verme a los ojos.

-- Dame una sola razón que justifique que estamos haciendo algo incorrecto y no volveré a tocarte, es más, si quieres, no volveré a la linde para verte. -- Me dijo él, sin embargo su expresión era seria-- Dame una sola razón y lo haré.

-- Pues por ejemplo que estamos incumpliendo las reglas.

-- Eso no es una respuesta válida.-- declaró él-- Eso solo es una regla que puso un idiota que deseaba tenernos siempre en guerra. Dame una razón buena.

-- Pues... ¿Que es peligroso?

Él se hechó a reír.

-- Ya de por si es peligroso estar al borde de la linde y miranos. Yo llevo viniendo aquí desde que era muy pequeño y tú está claro que la primera vez no viniste para verme a mi porque ni tan siquiera me conocías. Asique el peligro tampoco es una opción, porque lleva ya un tiempo acechandonos y nosotros ignorándolo. -- Volvió a responder él está vez ya con una sonrisa en los labios.-- ¿Alguna otra ocurrencia?

-- No, ninguna.-- Resoplé, aunque en el fondo me sentía felíz porque esto quería decir que sí podíamos estar juntos, de aquella manera claro, pero eso no me importaba. Ya no.

Lo abracé y él me estampó un beso en la cabeza, cariñosamente.

-- Es increíble. Solo te conozco de tres días y ya no soy capaz de imaginarme sin ti. -- Le dije sorprendiéndome a mi misma por mi comentario.

-- Te quiero. -- Me respondió él.

-- Yo también. Te quiero.

Y esta vez fui yo la que, poniendome de puntillas, porque se me olvidó comentar antes que el muchacho medía casi una cabeza más que yo,  lo besé y él me devolvió el beso.

Ya estaba hecho. Me acababa de comprometer con un fogoso. Acababa de reconocerle lo que sentía por él y acababa de decidir que arriesgaría mi... ¿vida? no, eso seria mucho suponiendo que no creía que me fueran a matar por estar con él. Acababa de arriesgarme para estar con Kaled.

¿Lo mejor de todo? Que me daba igual. Que ya no me importaba. Y que ya no tenía miedo.

Hielo contra Fuego. (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora