HIELO
--¿¡Que?!-- exclamé.-- ¡Pero no puedes ir a la guerra! ¡Podrías morir!
-- Lo se, y es lo más probable que me pase eso-- dijo él desanimado.
-- ¿Pero porqué demonios quieres ir a la guerra?-- grité -- ¿esque te has vuelto loco?
-- ¡Yo no quiero ir a la guerra! -- Exclamó él. -- ¡Me obligan!
-- ¿Quien te obliga?
-- El rey, todos los fogosos. ¡Es una ley!-- Estalló.
--¿Una ley? ¿Que clase de ley es esa?
-- Todos los niños de 17 años para arriba deberán participar en la guerra así como les será asignado su papel en esta.-- recitó él como si se lo uviera aprendido de memoria, que estaba claro que era eso.
¡Esto no podía ser cierto! Necesitaba cambiar de tema o me volvería loca.
-- Olle, ¿tú has tenido novia alguna vez antes que yo?
¿A qué había venido esa pregunta?
Él me miró sorprendido.
-- Sí, con una fogosa, cuando tenía catorce años. -- Entonces se giró para verme a la cara y esbozó una sonrisa picarona de las suyas.-- Y, por si querías saberlo, también hice el amor, cuando tenía quince.
¿¡Que!? ¿Con quince años? ¡Pero si yo ni tan siquiera había llegado a tener novio nunca hasta ese momento! O bueno, eso prefería pensar.
-- ¿Y tú?-- me preguntó-- ¿has tenido novio alguna vez, o has llegado a hacer el amor?
Negué con la cabeza.
-- ¿No? ¿Enserio? ¿Nunca has tenido novio? -- Volvió a preguntar sin creérselo.
--No, nunca hasta ahora.
-- Y no has hecho el amor, eso es evidente.-- Afirmó él. Me miraba con una expresión divertida. ¿Pero que estaba pensando que le parecía tan divertido? -- ¿Sabes? No me importaría volver a vivir esa experiencia contigo.
Noté como todo el color se me subía a las mejillas.
-- ¿¡Que!?-- Exclamé-- ¡Kaled eres un guarro!
Él se rió a carcajadas y luego me plantó un beso en la boca. Un dulce beso con lengua al que yo respondí encantada.
Luego se separó un poco de mi.
-- Hablo enserio-- me susurró. Yo me estremecí.
-- Kaled solo tengo dieciséis años. -- Le respondí.
-- Casi diecisiete, tu misma me lo dejaste muy claro el primer día que nos conocimos. -- Y volvió a besarme intensamente.
No se en que momento accedí, solo se que al cabo de un poco estábamos desvistiendonos el uno al otro dispuestos a hacerlo.
Cuando yo le quité la camiseta me fijé en una especie de marca, que tenía en el costado derecho. Me resultaba familiar.
Me aparté de él un poco para separar nuestras bocas un momento.
--¿Que es eso? -- Le pregunté señalando a su marca, cicatriz, o lo que fuera eso que me llamaba tanto la atención.
-- ¿Esto?-- Preguntó señalandola.Yo asentí. -- Es una marca de nacimiento.-- Dijo bajandose un poco el pantalón para que pudiera verla mejor.
Me quedé de piedra al verla. ¡Era la misma marca que tenia yo! Solo que yo la tenia al lado izquierdo.
-- ¿Que pasa?-- Preguntó preocupado al verme tan alterada derrepente y se levantó.
-- Esa marca la tengo yo. Mira.-- dije y se la enseñé.
-- ¿Pero qué? -- Fue lo único que dijo y la acarició con sus dedos calientes. Me dió un escalofrío de satisfacción al notar su mano contra mi piel.
Él me sonrió y pareció olvidarse del tema porque volvió a ponerse encima mía.
-- Ya nos ocuparemos de eso más tarde.-- Me susurró al oído y luego me quitó los pantalones. Yo lo dejé hacer.
Estaba nerviosa.
-- Si no quieres no tenemos por qué hacerlo. Puedo esperar todo lo que tú quieras.-- Me dijo esta vez serio, interpretando mal mi nerviosismo.
-- No, sí que quiero.-- Respondí segura de mi misma. Él me sonrió y prosiguió con el proceso.
Dolió, pero la sensación fue increíble, e inolvidable.
1. La imagen representa la forma de como sería la marca de nacimiento.
2. La parte de este capítulo en la que Berenice y Kaled descubren que tienen la misma marca de nacimiento, fue idea de una gran amiga mía, TamaraFdez, que por cierto va a escribir una historia vampírica muy chula titulada "Perdida entre las sombras", la recomiendo.
Y bueno espero que os gustasen este capítulo y los anteriores.
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Hielo contra Fuego. (LIBRO I)
FantasyUna guerra sin fin, muchos peligros y amenazas y un secreto que deberá ser descubierto. Un planeta dividido entre el hielo y el fuego en el que sus habitantes son incompatibles y se odian. Berenice, que es una hielana, se dará cuenta de lo equivoc...