Capítulo 93. Sentimiento Mágico

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A Nora le resultaba imposible de evitar mirar a Donnie con otros ojos desde entonces. Sentía como si el tiempo se detuviera cada vez que se quedaba mirándolo.

En todo este tiempo no esperaba en absoluto que llegara a pasar algo así. De hecho, lo negó rotundamente aquella noche con las chicas.

Pero aquella sonrisita que se manifestaba siempre que pensaba en Donnie, la ayudaba a ver la situación con claridad.

Por su parte, Donatello pensaba en la sorpresa de que Nora estuviera cuidando de él cuando estuvo inconsciente tras aquella explosión.

Aunque últimamente le inquietaba el hecho de que Nora no diera señales en los días posteriores.

Pasaron la tarde juntos en la azotea de su casa como siempre, al día siguiente tras recuperarse, y después... Nada.

A medida que pasaban los días, se asombraba de que despertaran más sentimientos. Necesitaba quedarse en casa, reflexionar bien.

No quería echar a perder su relación con Donatello. Pensaba que si cometería algún error, afectaría la relación entre ellos.

Por supuesto, no estaba dispuesta a dejar que eso sucediera.

La rubia se encontraba encerrada en su habitación, sentada sobre su cama con las piernas cruzadas. Junto a ella se encontraba su gatita Dana, quien yacía acostada observándola.

Unos toques en la puerta sacaron a la rubia de sus pensamientos. Se trataba de su padre, quien portaba una taza de café.

William: ¿Te apetece café? —Ofreció acercándose a ella.—

Nora: Sí, gracias. —Agradeció con una sonrisa, y agarró la taza con cuidado.— ¿Tienes día libre?

William: No, qué va. Tengo que estar allí enseguida. Pero quería pasar un rato más con vosotros. —Explicó.—

Nora: Ya veo. —Sujetó la taza con ambas manos, y tomó un par de sorbos al café.—

William: Dime, ¿qué te preocupa? —Preguntó preocupado.—

Nora: ¿Hm? —Reaccionó abruptamente. Bajó la taza sujetándola con ambas manos, y lo miró.— ¿A qué te refieres?

William: Llevas días aquí encerrada, y pareces estar pensativa en todo el tiempo. —Indicó con preocupación.—

Nora: Am, bueno... —Titubeó sin saber qué responder. Evidentemente, no iba a decir que pensaba todo el tiempo en una tortuga mutante.—

William: ¿Es por ese canalla de Charles? ¿Te ha vuelto a molestar? —Preguntó seriamente.—

Nora: No, no. Es que... Me preocupa la dificultad de este próximo curso... —Se llevó la mano libre para abrazarse a sí misma, pensando que era una buena excusa.—

William: No me digas. ¿Tú, preocupada por la Universidad? Pero cariño, es el último año. Todos los anteriores los has superado excelentemente. Este no será la excepción. —Dijo sonriente tratando de animar a su hija.—

Nora: Eso espero. Tengo tantas ganas de ejercer como Criminóloga... —Suspiró pesadamente.—

William: Lo conseguirás. Sólo confía en ti misma. —Llevó la mano hasta el hombro de su hija, dedicándole una sonrisa transmitiendo su apoyo.—

Nora: —Agradecida por el gesto, le devolvió la sonrisa.— Gracias, papá.

William: De nada. Y anímate. ¿Vale?

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