ᴏɴᴇ sʜᴏᴛ ღ [ᴇᴅsᴇʀ/ʜᴀɴᴋᴇʀ]

ғᴀᴍɪʟɪᴀ [ᴇᴅsᴇʀ]

Serkan siempre fue una persona estructurada, ordenada, lógica, meticulosa, le gustaba tener todo bajo control, adicto al trabajo, le costaba expresar sus sentimientos y no era secreto para nadie que desde el día que Eda llegó a su vida eso habia cambiado rotundamente, algo tenía esa mujer que lograba que el hiciera cosas que nunca pensó que haría.

Faltar al trabajo, apagar su teléfono, comer comida que no era saludable, hacer un mono de nieve, armar un arreglo floral, estar todo el día en la cama, dormir una siesta, ir al cine, caminar de la mano ... ese solo era el comienzo de una larga lista de cosas que nunca pensó que haría y que cada vez que las recordaba lograba sacarle una pequeña sonrisa porque todas las había hecho con ella, su estrella, el amor de su vida, su hada, Eda.

Era un día diferente para él, si bien había cambiado en muchos aspectos, aún le costaba entender sus emociones al 100%, no sabía porque, pero ese día se había levantado con una sensación de plenitud absoluta, se sentía feliz, relajado, en paz.

-Serkan, ¿Pudiste terminar los planos que nos pidió el Señor Emre?. - preguntó Piril entrando a su oficina evidentemente estresada sacándolo de sus pensamientos. - Tenemos que enviarlos a primera hora de la mañana y necesito verlos para poder terminar los informes del terreno.

-Dame 10 minutos y te los envío al correo. - respondió mirando los planos en su computadora. - Solo faltan un par de detalles y están listos.

-Esta bien, avisame cuando me los envíes. - dijo su amiga saliendo sin decir nada más.

Serkan la miro salir y luego dirigió su mirada a la foto que tenía en su mesa haciéndolo sentir nuevamente esa sensación de plenitud completa y pensó en lo afortunado que era. Con una sonrisa bajo su mirada suspirando, tenía que terminar esos planos y aunque sonara raro de él, no tenía ni un poco de ganas de trabajar, pero bien sabía que se había comprometido a terminar esos planos y mientras más rápido los terminaba, antes podría irse a casa.

Con el amor de su vida.
Con la luz de sus ojos.
Con su fiel amigo.
Con su familia.

Estaba tan absorto en los planos que estaba terminando que no fue consciente de los pequeños pasos que se acercaban por el pasillo de las oficinas de art life rumbo a su oficina hasta que una dulce voz, esa voz que tan bien conocía y que lo derretia cada vez que la escuchaba llamó su atención.

Kiraz, su estrella brillante, su segunda estrella, la luz de su vida y de sus ojos.

-Papá. - dijo una pequeña de 5 años entrando a la oficina mirándolo con el ceño fruncido directamente a los ojos.

-Hola bebé. - respondió Serkan mirándola con ternura, sabía perfectamente porque su pequeña estaba enojada. - Ven a aquí. - dijo corriendo su silla hacia atrás para que su hija pudiera sentarse en sus piernas, pero ella seguía mirándolo con esos ojos tan iguales a los suyos sin moverse, era igual a su madre, tan terca y no pudo evitar sonreír al verla tan igual a ellos, era antes tus ojos una mezcla perfecta entre los dos, tenía sus ojos, su pelo, pero físicamente era igual a Eda, era como ver dos gotas de agua y Serkan no podía estar más enamorado de ambas.

-Prometiste que cuando despertara esta mañana estarías a mi lado. - le dijo levantado su pequeño dedo para apuntarle. - Y no estabas.

Serkan sonrío, era cierto que la noche anterior le había prometido estar cuando despertara y tenía toda la intención de hacerlo, pero había olvidado apagar su teléfono y cuando Piril lo llamó pidiéndole ayuda, no pudo negarse al notar lo estresada que estaba con el proyecto.

-Lo sé, bebé. - dijo parándose de su silla para acercarse a la pequeña que seguía sin moverse. - Pero tía Piril necesitaba mi ayuda y no pude negarme. - le explico agachandose frente a ella tomando sus pequeñas manos entre las suyas. - Sabes que papá amar estar a tu lado cuando abres tus hermosos ojos e iluminas el mundo. - dijo soltando una de sus manos para acomodar un mechón de su pelo detrás de su oreja. - ¿Puedes perdonarme?. - le pregunto con un puchero infantil.