ᴏɴᴇ sʜᴏᴛ ღ [ᴇᴅsᴇʀ/ʜᴀɴᴋᴇʀ]

ᴀsᴄᴇɴsᴏʀ [ᴇᴅsᴇʀ]

Holis!!
Hace muchisimo tiempo que no subía nada, pero estuvo dando vueltas en mi mente de unicornios ayer y bueno, trate de escribir algo pequeño.

Contexto: un Serkan sin memoria y Eda encerrados en un ascensor.

Tenía que ser el último piso.

Eso fue lo que pensó Eda mientras subía al ascensor del edificio donde se llevaría acabo la reunión de su último cliente, el cual se había negado a tener la reunión en art life.

Tomó aire, tratando de llenar sus pulmones de aire y subió a lo que para ella era una maldita caja de fosforos, presionó el botón del panel del ascensor mientras respondía el mensaje que le había enviado Engin minutos atrás.

Iba cinco minutos tarde y no quería discutir con Serkan, por lo que se había negado cuando su amigo le había preguntado si quería que la fuera a buscar abajo para que ella pudiera subir en ascensor y no por las escaleras.

Eda sonrió con tristeza, después de haberse desmayado en el ascensor de la oficina, todos el mundo estaba un poco asustado.

Antes del accidente de avión, la única persona con la que podía subirse a uno era Serkan y ahora que no la recordaba, no tenía esa opción, por lo que después de mucho trabajo con su tarapeuta, podia hacerlo con ayuda de alguien más. Sin embargo ese día no había querido molestar a su amigo diciéndose a si misma que podía hacerlo sola, eran sólo 10 pisos que pasarían en un par de segundos y era una ocasión perfecta para poner a prueba su terapia.

Presionó unas cuentas veces más el botón del ascensor con ansiedad, suspirando ruidosamente, parecía que había tomado el ascensor más lento de la historia.

—Vamos vamos, muévete, ya estoy retrasada —murmuró por lo bajo sin dejar de apretar los botones, su ansiedad saliendo a la superficie no sólo por el lugar en el que estaba, sino tambien porque iba tarde.

Cuando la cabina pareció adquirir velocidad, suspiró con alivio pensando que estaría finalmente en su destino, pero luego, se sacudió en una abrupta parada y todo se puso negro.

—Mierda —murmuró, sintiendo el pánico subir por su garganta.

—Genial, rompiste la maldita cosa —la acusó una voz profunda y fría detrás de ella que conocía muy bien, sorprendiendola y haciendola saltar en la oscuridad, provocando que soltara su celular.

—Mierda Serkan, casi me matas de un infarto —respondió con una mano sobre su corazón que latía como si estuviera corriendo una maraton —No te vi ahí.

—Me di cuenta cuando entraste sin levantar la cabeza de tu teléfono —le respondió Serkan con brusquedad.

Eda frunció el ceño ante su tono, pero eligió ignorarlo, tenía cosas más importantes de las que preocuparse en ese momento —¿Podrías ayudarme a encontrar mi teléfono y así podre llamar a alguien para que nos saque de aquí rápido? —preguntó con la misma ostilidad que él —No me gustan los lugares cerrados y no quiero que tengas que pasar más de un minuto conmigo, ya que al parecer ahora te repelo.

—No se de que hablas —le respondió  frunciendo el ceño.

Eda se rio —Seguro que no.

—Eda... —murmuró, queriendo indagar más en porque ella pensaba eso.

—No importa, Serkan —lo interrumpió bruscamente —Somos socios, nada más.

Y por alguna razón, esa frase le dolió.

—No te evito, Eda.

—Ya no importa, Serkan —le aseguró tratando de sonar segura.

—No quiero que creas.. —insistió el pelirrojo.