19. - Capítulo IV : La Rosa Escarlata

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No alcanzo a voltearse cuando un fuerte golpe azoto su cabeza, llevándola contra una de las paredes donde termino por perder la conciencia. Todo se habia oscurecido repentinamente, su cuerpo era arrastrado por los largos y húmedos pasillos de la fortificación mientras era rodeada junto a varios susurros siniestros, que en ocasiones soltaban unas risitas siniestras.

Intento aferrarse a sus fuerzas, pero no podía, no las tenia, apenas si fue capaz de poder luchar contra sus pesados parpados que le impedían el poder ver su alrededor. Entonces comenzó a recordar lo ultimo que habia sucedido.

Oriax estaba junto a esa sacerdotisa, la misma que lo alejaba de ella cada día mas. Luego se habia dirigido a ese lugar con la esperanza de hallarlo totalmente abandonado, pero no fue así, habían saqueadores. No, su mente le estaba engañando, eran goblins, esas mismas criaturas que no tienen control en lo absoluto.

¿En que se habia equivocado? ¿No se aseguro bien? ¿Fueron capaces de sentir su verdadera esencia? No lo sabía bien, pero estaba en problemas, y eso era muy evidente.

Apenas consiguió poder abrir sus ojos, un dolor fuerte la invadió, provocando que reaccionará ante el y se llevara una de sus manos a la cabeza, donde tocaría el área golpeada, sintiendo a su vez algo extraño que se habia adherido a sus dedos.

Al retirarlos y observarlos, pudo ver una sustancia roja, semejante a la sangre. Sorprendiéndose un poco, observo su alrededor. Los goblins levantaban unas lanzas que habían robado a los guardias, incluso, uno que otro levantaba un estandarte bastante aterrador, el cual tenia como emblema un ojo que derramaba una sustancia oscura en todo momento.

Volteándose a ver quien la arrastraba con tanta facilidad, se percato que era aquel mismo goblin que habia visto anteriormente, pero esta vez lo tenia mas de cerca, y era realmente horrendo.

Intento reconocer el lugar en el cual estaba en esos momentos, pero le fue incapaz recordarlo. Entonces, cuando sintió que tenia las fuerzas para arrancar del lugar, realizo un tirón para librarse de aquel goblin que la arrastraba, pero él no la soltó, en su lugar se volteo enfadado, y alzando su puño golpeo nuevamente a La Rosa Escarlata, quien nuevamente perdió el conocimiento, pero, fue parcialmente.

Sentía el helado piso por el cual era llevada con crueldad, también sentía esa mano que se habia adherido a su pie y le impedía escapar. Pudo percibir como el aire habia cambiado, ahora era pesado y realmente fétido a heces. Podía oír un eco de lamentaciones y súplicas, también cómo su cuerpo había sido arrojado con fuerza al interior de algo, pero no sabía de qué.

Luego, escuchó cómo cerraron una puerta y la aseguraron con una llave de hierro. Estaba acostumbrada a esos sonidos, por lo cual no le resultó complicado el distinguirlo. Entonces alguien gruñó, y luego se fue a paseo lento, hasta que sus pisadas dejaron de ser oídas por ella.

Habrá estado ahí un par de horas, abrazando el helado piso mientras oía en ocasiones gritos provenientes de sus alrededores, cadenas sacudiéndose con violencia y ciertos gruñidos que parecían quedar agotados después de algo. Seguramente cosas que no quería pensar en esos momentos.

Su dolor era persistente, pero sus fuerzas habían regresado. Se levantó lentamente mientras analizaba el lugar en el cual se encontraba. Era una celda, seguramente del calabozo de la fortificación. Observando al frente pudo ver a una mujer encadenada a la pared, con su rostro atentó al suelo mientras derramaba unas lágrimas silenciosas.

¿Te encuentras bien? Preguntó mientras se acercaba a los barrotes de hierro, los cuales estaban firmemente sujetados tanto del suelo cómo del techo.

La Princesa Vampiro; Un Mundo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora