29. - Capítulo V : El Nacer De Una Hechicera

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Nonek, observando a los presentes, posó sus ojos sobre un hombre que se mantenía a la vista, ocultó en una leve sombra que escondía su rostro.

Todos volvieron a sus respectivos puestos y ubicaciones. Preparando todo para el banquete y dar la bienvenida oficial a la princesa al reinó.

Tras los preparativos, la princesa Aki había hecho su aparición con un vestido que captó la atención de todos. Cual estrella, brillaba con fuerza ante el deleite de todos. Su cabello arreglado y adornado le entregaba a su rostro una apariencia angelical.

Nonek, quien estaba presente con las prendas que le entregaron, por unos momentos creyó que estaba viendo una ilusión.

"¿En verdad es la princesa Aki?" Se preguntó entonces.

Descendió las escaleras con calma, llegando con su padre, el rey, y su madre, la reina.

La presentaron ante todos en el palacio, y con una reverencia, todos aclamaron su nombre.

Nonek, quién estaba cansado de tener que arrodillarse, lo hizo por respetó a las traducciones que ellos tenían.

Lo que él no sabía es que era el único a quien Aki veía entre la multitud. De alguna manera resaltaba de entre todos los presentes, y eso era algo que tan solo lo sabía la princesa.

Tras unas palabras a los presentes. Ellos aplaudieron con fervor.

El rey dio inició al festín y todos se dispersaron mientras conversaban sobre variados temas políticos y de cuántas mujeres podrían tener con él dineral que guardaban.

La princesa Aki al descender de aquel privilegiado lugar, se dispuso a buscar a Nonek entre la multitud. Le fue una tarea difícil, muchos conocidos se interpusieron en su camino, sacándole conversaciones sobre temas de interés tanto para el pueblo como los altos rangos sociales.

Pero pese a sus cortas respuestas y su rápida reacción, no consiguió encontrar a Nonek entre la multitud, menos en el palacio. Como si se hubiese desvanecido en el aire.

Al abandonar el palacio algo cansada, lo encontró. Ahí estaba, en la soledad de la noche, observando los astros mientras se alejaba de la comunión de los demás.

Aki se acercó lentamente hacia él, quedando justamente a un lado, haciéndole compañía mientras ambos apreciaban aquel cielo que tenían sobre ellos.

—Princesa, ¿se ha preguntado alguna vez cuán insignificante somos?— Diría Nonek, quebrando el silencio entre los dos. Aki se quedó observándola, desconcertada un poco. —Por mucho que nos demos aires de grandeza, al final del día, no somos nada. Un pequeño cambio en los astros y todo nuestro mundo se puede ver comprometido.

La joven princesa, observando las estrellas, tan sólo se limitó a afirmar su observación.

—Pero, ¿Tu en verdad crees que somos insignificantes?— Comentó la princesa. —Cada una de nuestras decisiones tiene un valor único. No siempre se tiene que tratar de lo insignificante que somos, a veces, nuestros actos tienen tanto valor para alguien que lo llega a atesorar toda su vida. Eso es lo importante, Nonek.

—Si. Puedes tener razón.

Contemplaron el gobierno celestial por bastante tiempo. Nadie extrañó la presencia de ambos en el interior del palacio, nadie a excepción de aquellos que querían verlos muertos.

Los asesinos reales y aquellos que pertenecían a la iglesia estaban acechándolos entre las sombras de los árboles. Los primeros esperaban el momento exacto para realizar el ataque, los segundos estaban en busca de información sobre Nonek.

La Princesa Vampiro; Un Mundo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora