40. - Capítulo VI : La Batalla En Raewiel

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Oriax la tomo en sus brazos, viendo con claridad como el brillo en sus ojos se desvanecía lentamente.

— Estarás bien, Escarlata, estarás bien. Solo resiste un poco

Destapando la tapa de una pócima, se la dio de beber en la boca mientras aún podía. Su sabor era fuerte y desagradable, pero algo en sus ingredientes facilitaba su consumó pese a su repugnante sabor.

— Por favor, resiste un poco

Ella alzó su mano, quitando el casco de Oriax para verle el rostro una última vez, acariciando su mejilla con suavidad.

— Estarás bien, ellos vas a necesitar un líder y tu puedes serlo para ellos. Cuidalos por mí, por favor... — Susurró ella.

Sus compañeros llegaron luego, todos asustados por la condición en la que se encontraba.

— ¡Vamos Gaia! ¿Puedes curarla? — Diría El Fénix de Milash.

— Lo intentaré

Posó sus manos sobre la herida de Escarlata, y de ellas una luz purificadora se desprendió. Sin embargó, ni siquiera ella podía frenar la maldición en el filo del arma de Flagelo.

Aquella maldición que imposibilitaba la curación de las heridas.

— Esta bien, no se preocupen por mí —  Volvió a susurrar Escarlata — Estoy feliz de estar aquí con ustedes

Su sonrisa cruzaba el dolor físico que sentía. Incluso estando tan cerca de la muerte no dejaba de sonreír.

Parecia un vago recuerdo la última vez que la vieron en su máximo esplendor. Tan animada cual joven, tan sabia cual anciana. Era una hechicera muy capaz, venció a grandes criaturas e incluso demonios y señores dragones. Y allí estaba, delirando mientras su piel perdía calor y color.

El brillo de sus ojos se volvió oscuro, y la fuerza que la mantenía sujeta a la vida se desvaneció en el aire con su último suspiró.

Todo fue tan rápido, todo fue tan frío.

Luego de eso que era lo que le esperaba. ¿Existía un cielo o un infierno? Y si así fuera, ¿a cuál de los dos su alma irira?

Nonek había visto todo lo ocurrido, y por mera lastima o compasión, atrapó el alma de La Rosa Escarlata y la curó al entregarle parte de su esencia, absorviendo aquella maldición a la par que su cuerpo recibía un enorme dolor que no expresó en palabras ni en gestos.

Todo su cuerpo parecía estar atrapado en una trampa que destruía su cuerpo. Quebraba sus huesos y ardía su piel. Sin embargó, no dijo nada, tan sólo guardó silenció mientras esperaba.

— Háganse a un lado — Dijo Nonek, apartando a los aventureros de su caminó mientras veía a Oriax y a la hechicera. — Su alma es fuerte, pude restaurarla aún cuando había tiempo. Solo falta curar su recipiente y podrá volver a ser la misma

Posó su mano en la herida, pero sintió que su poder mágico se había desvanecido en la nada. Estaba vacío, sin una sola gota que poder entregar.

Gaia entendió que era su momento, y posando su mano junto a la de Nonek, le transfirió algo de poder mágico para que fuera capaz de curar a su amiga.

Todos estaban espectantes. El ejército de Flagelo se movilizó con violencia. Lo único que pensaban era arrazar con todo, y todo sería quemado en las cenizas de los escombros.

Los aventureros tomaron sus lugares en el campo de batalla y se prepararon para el intercambió de vidas. Fue cuando Nonek obtuvo el suficiente poder mágico para conjurar su hechizo.

La Princesa Vampiro; Un Mundo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora