"—Despierta hijo, debes levantarte".
Dijo una voz débilmente en un lejano recuerdo de antaño. Susurrándole al oído con amor sus dulces palabras.
"—No debes darte por vencido aún, debes seguir peleando".
Las heladas piedras, el profundo silencio y la oscuridad a su alrededor era lo único que percibía entonces. Nonek, no veía nada, pero oía una voz, un melodioso susurró en el oído cuando creía que se desvanecería cual polvo en el aire. Su madre le entregaba fuerzas incluso en el más allá. Quizás era producto de su mente para mantenerlo con vida, quizás era todo producto de su imaginación, o quizás era real.
Hace tiempo que había olvidado la voz de su madre, como se oía y como se sentía. ¿Por qué ahora la oía? ¿Acaso era el producto de su tan cercana muerte?
Ahora se encontraba perdido en sus recuerdos. Flotando sobre un mar de incertidumbre y dolor.
"—Ella aún necesita a su guardián. No la pierdas por nada en el mundo, hijo mío. Y recuerda jamás darte por vencido".
Nonek se alzó en esa oscuridad, golpeando con todas sus fuerzas aquella pared de piedras para incrustar su mano en ella, permitiéndole levantar su cuerpo con mayor facilidad.
Su respiración estaba agitada, había sobrevivido a una caída abismal, y no sólo eso, llevaba ya bastante tiempo inmóvil en las profundidades de esa cueva, con su poder mágico restablecido en su mayor parte.
Lo primero que hizo fue conjurar un hechizo que iluminará su alrededor. Era sin duda un agujero que se había llevado muchas almas consigo. Los restos de lo que alguna vez fueron animales se encontraban en el final, ya consumidos por el tiempo y pulverizados por el impacto. Para su sorpresa, el que haya sobrevivido era imposible, pues sin poder mágico ni siquiera podía haber ignorado ese daño de caída, menos uno tan mortal.
Fue cuándo se percató de un largo pasillo de filosos cristales en uno de los extremos de ese agujero. La naturaleza del mismo camino daba indicio de que alguien lo había hecho. Incluso, se temía que las respuestas se podían encontrar del otro lado, razón por la cual se adentro armado.
Aquel camino era largo y estrechó. Todos sus sentidos estaban alerta, preparados para contrarrestar lo que fuera a pasar llegados al final del camino.
Sus pisadas creaban múltiples ecos que resonaban en muy distintas frecuencias y ritmos, obra maestra de los cristales a su alrededor. Caminó durante un tiempo indefinido hasta que llegó a un posible final, fue entonces cuándo se encontró con una gran extensión abierta, llena de luces naturales y criaturas que saltaban y volaban de un lugar a otro.
Incluso había un pequeño arrolló en ese pequeño paraíso decorado con cristales. Las criaturas parecían pacíficas las unas con las otras, sin importar si las mismas se mataran la una a la otra en la superficie, esas diferencias no parecían existir allí.
Nonek recorrió aquel lugar con precaución, pues desconocía todo lo que veía y no sabía muy bien si podían hacerle algo.
Observo con curiosidad y detenimiento a cada criatura de la cueva. Alzó los peces de ese pequeño arrolló para descubrir que incluso ellos eran relucientes como el cristal.
Todo parecía serlo, todo a excepción de una entidad que se había hecho presente sobre una gran piedra que antes no estaba. Tocando una armoniosa arpa mientras tarareaba una canción con una voz cautivadora.
Por unos breves instantes, Nonek se vio atrapado por aquella entidad, por su voz y esa canción. Lentamente se acercó con su sable en mano, observando a quien tan pacíficamente complementaba a la belleza de aquel lugar.
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La Princesa Vampiro; Un Mundo Desconocido
FantasySer parte de la realeza no es sencillo, mucho menos cuándo por accidente todo un reino se ve sometido a una transformación total. La supuesta causante de la transformación de todo el reino es nadie menos que su propia princesa, y todo por estar prac...