Capítulo 34

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~Un pequeño cielo en la tierra~

—Caleb basta. —exclamo furiosa.

—Es la verdad Jessia. —Dice mientras me toma de las manos— Te amo.

—No podemos hacer estas cosas y luego pretender que nada ha pasado Caleb, no estoy para jugar. —Digo con seriedad— No eres honesto conmigo y así yo jamás podría intentarlo.

Caleb permanece en silencio y yo lo miro a los ojos, él suspira y acorta la poca distancia que hay entre nosotros acercando sus labios a los míos, por un momento me quedo alelada por su acción, envuelta en el deseo de volver a besarlo pero esta vez lo alejo de mí.

— ¿Lo ves? —Dice— cada recóndito lugar de nuestro ser clama el uno por el otro, eso no puedes negarlo Jessia...

— ¿Acaso crees que no lo sé Caleb? —Pregunto con ironía— sin embargo no puedes pretender que todo está resuelto basándome, hemos pasado por un momento difícil, tal vez solo sean nuestras emociones jugándonos una mala pasada.

—O tal vez nuestros sentimientos reales. —se apresura a decir— esto no se trata de un desquite, la señora Sofía me ha abierto los ojos y me ha hecho entender el valor de la vida, como puede irse en un segundo sin hacer lo que realmente queremos hacer, me enseñó a valorar lo que tenemos, a amar sin miedos, sin condiciones, sin reservas... yo solo sé que te amo y que no puedo seguir pretendiendo que algún día dejaré de hacerlo.

—Caleb... —trato de articular pero solo se acerca a mí y empiezo a respirar con dificultad.

—Sé que he cometido errores y jamás podré remediar el pasado, quiero que eso se quede atrás e iniciemos de nuevo. —Sugiere— quiero que me des una oportunidad por favor... sé que no la merezco y que tampoco soy digno de ella pero te lo pido con mi corazón en la mano el cuál es tuyo, mi corazón te pertenece Jessia Collins.

Permanezco en silencio inmóvil ante su petición, sé qué quiero responder, pero no sé si lo que quiero responder es correcto.

Ojalá la señora Sofía estuviera aquí.

Sería mucho más sencillo.

Caleb me mira con ojos suplicantes e insistentes, yo me acerco aún más y soy yo quién decide besarlo esta vez, esto lo toma por sorpresa por lo que tarda un poco en corresponder al beso pero finalmente termina haciéndolo.

Nuestros labios se mueven en una sincronía perfecta, el momento y la armonía que se puede percibir en el ambiente es único, se siente como si no quisieras ir a otro lugar que no sea este, es...como un paraíso.

Como un pequeño cielo en la tierra...

Caleb y yo nos separamos por falta de respiración y nos miramos él uno al otro, sonreímos como estúpidos, se siente como si no hubiese pasado nada entre nosotros, como si él nunca se hubiese ido y en su lugar todo hubiera permanecido intacto.

—Supongo que eso es un sí... —dice mientras acaricia levemente mis manos.

—Despacio Caleb... —lo tranquilizo— vas muy rápido, pero sí, eso significó que nos daremos una oportunidad.

— ¿Lo dices en serio? —pregunta con una sonrisa.

—Sí. —Asiento y él en un arrebato de emoción me abraza y me alza dándome vueltas— Basta Caleb, voy a marearme.

Casi me mareo.

—Te juro que no vas a arrepentirte. —Dice basándome, esta vez en la mejilla— Te amo.

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— ¡Estoy en casa! —grito al llegar a mi hogar, admito que ando ensimismada en mis pensamientos, todo lo que ha pasado es una locura, el funeral, Thiago, Caleb... en mi vida no hubiese imaginado tener que pasar por todo esto.

OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora