Capítulo Dos

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Capítulo dedicado a Dencyscc gracias por apoyarme en todas mis historias y darles tanto amor a mis bebés.
Espero que esta te guste tanto como las demás. 🧡

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(Canción: Fine Line de Harry Styles)

Me estiro por completo a la misma vez que bostezo. Parpadeo un par de veces, desperezándome. Siento el lado izquierdo del rostro más cálido que el derecho y al girarme sobre mí misma me doy cuenta de que es porque hay un rayo de sol encima de mí.

Toda la habitación está teñida de un color anaranjado demasiado bonito para ser real. Me siento sobre el colchón, restregándome una mano por el rostro mientras que con la otra agarro el móvil. Al encenderlo, me doy cuenta de la hora que es: «10:11».

¿Y yo pensaba despertarme hace tres horas? No, imposible.

Aunque a lo mejor si lo hubiese conseguido si cierta persona no hubiera entrado en mi habitación por la ventana.

Miro por el rabillo del ojo su cama, encontrándomela vacía con las sábanas hechas una bola. Por lo menos se llevó la ropa con él cuando se marchó.

Me retiro la manta de encima y agarro un pantalón de una de las maletas antes de enfundarme una sudadera y salir del cuarto sin siquiera mirarme en un espejo.

Al salir de la habitación, los ruidos procedentes del salón son más nítidos, pero no es hasta que abro la puerta del pasillo cuando se vuelven claros como el agua.

Lo primero que capta mi mirada es una niña pequeña vestida de superhéroe con una tiara en la cabeza, subiendo y bajando del sofá con un mando de la consola en su mano. Al lado suya, más cerca de la tele, hay un niño un poco más mayor que ella pegando saltos, imitando los movimientos del bicho de la pantalla.

Kairi, no parece percatarse de mi presencia y sigue bailando al ritmo de la canción, pero Nara se gira en mi dirección en cuanto pongo un pie fuera del pasillo.

—¡Esther! —grita con voz infantil y chillona.

Vale, no estaba preparada para tanto entusiasmo mañanero.

Si creía que Helen era familiar, Nara la supera con creces.

Ni siquiera me da tiempo a decir nada cuando veo como la niña salta del sofá a través del respaldo y corre en mi dirección, abrazando lo primero que queda a su altura que terminan siendo mis piernas.

—Buenos días —dice, todavía rodeándome los muslos.

—Buenos días —respondo de vuelta, todavía sorprendida por el abrazo.

Le doy una pequeña palmadita en la espalda, en espera a que capte la indirecta, pero no lo hace. Me quedo mirándole fijamente la coronilla sin saber qué decir. No quiero romper el abrazo, porque temo que se pueda poner a llorar o le sienta mal y es lo último que pretendo.

Menos mal que a pesar de la ignorancia de Kairi ante mi presencia, Helen se da cuenta de ello al asomar la cabeza de la cocina. Al ver la situación incómoda en la que me encuentro se acerca divertida hasta llegar a nosotras.

Se agacha hasta acabar a la altura de la niña y le da dos toquecitos en el hombro, captando su atención.

—Nara, no puedes abrazar a la gente así —le regaña con voz dulzona.

—¿Por qué no?

—Porque ahora Esther no puede ir a desayunar si no la sueltas, cielo —y le retira un par de mechones de su aniñado rostro.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora