Capítulo Veintiocho

24.2K 1.2K 992
                                    




Capítulo dedicado a ilvsjess el otro día estaba releyendo capítulos antiguos y me encontré con un comentario tuyo que me pareció súper tierno hablando de Esther en los primeros capítulos y como le habías cogido cariño muy pronto. Así que ahora a disfrutar, que estos dos en fase lover son  ✨✨✨


(Canción: Fragile de Kygo, Labrinth)

<< 28 >>


Al levantar la vista de las zapatillas, choco directamente con mi reflejo.

Después de una larga media hora, varios tirabuzones caen de forma desenfadada sobre mis hombros hasta la altura de mi cintura. A veces se me olvida que tengo el pelo tan largo. Normalmente, con los rizos siempre me da la sensación de que no es para tanto, pero está claro que me equivocaba.

Me aparto el mismo estúpido mechón de delante. Restriego las manos sudorosas contra el vestido de flores que me ha prestado Saoirse, alisando las arrugas imaginarias varias veces en un intento de distraerme.

Mentiría si dijese que no estoy nerviosa.

Lo estoy.

Mucho.

Puedo decir incluso que igual de cagada que cuando aterricé en Irlanda por primera vez.

Siento el retortijón molesto y vertiginoso en el estómago, el nudo afianzándose en la garganta y el hormigueo extendiéndose por todo mi cuerpo, zumbando en pánico.

Tengo que recordarme a mí misma que no es para tanto.

Que solo es Ryu.

Pero no funciona.

Me basta con desviar un momento los ojos a mis manos, con las que, inconscientemente, he empezado a juguetear con el dobladillo del vestido, arrugandolo.

—No me puedo creer que este día haya llegado —murmura Saoirse a mis espaldas.

Desvío la atención a su reflejo.

Está sentada sobre mi cama con las dos piernas cruzadas, observándome detenidamente. Como si no lo hubiera hecho ya suficiente, vuelve a recorrerme arriba abajo, deslizándose por la cama hasta colocarse detrás de mí y ordenar la falda del vestido.

—¿Estás nerviosa? —pregunta, atónita, a punto de soltar una carcajada.

Sin embargo, la acalla cuando la miro mal por encima del hombro.

Bueno, al menos eso intenta al principio, pero se le acaba escapando igualmente a la vez que niega con la cabeza.

—Solo es Ryu —me recuerda—. No lo estés.

—Muy fácil decirlo —murmuro, sin soltar el pliegue del vestido.

Mi mejor amiga se levanta de la cama, acabando las dos frente a frente y apoya ambas manos sobre mis hombros. Entonces, sin venir a cuento, empieza a zarandearme con fuerza. Suelto el vestido de golpe por culpa de la impresión y en medio del caos, rompo a reír, sorprendida.

—¿Qué haces? —pregunto cuando la risa cesa.

—Relajándote, ¿no lo ves?

—Tu concepto de relajación está un poco desviado —comento, divertida.

—Ahora no estás nerviosa, ¿no?

Dejo de reírme al escucharla.

—No —murmuro, sorprendida.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora