Capítulo Veintinueve

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Capítulo dedicado a emmajimnezjimnez que sepas que tienes una amiga muy persuasiva y un encanto, además que ya te tenía el ojo echado por los tus vídeos, pero no sabía cuál era tu user. Gracias por todo el amor que me das en cada capítulo y fuera de Wattpad, dejas las expectativas muy altas ✨🥺

Pd: El gif era yo escribiéndolo y seréis vosotras leyéndolo, tengo cero pruebas, pero menos dudas


(Canción: Here's Your Perfect de Jamie Miller)

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Por suerte para Ryu, no se me había mojado el vestido.

Para mala suerte mía, sin embargo, se había tomado muy a pecho eso de que no era romántico y se ha encargado de hacerme pasar vergüenza cada vez que ha podido.

Al sentir que tira de nuevo de mí, acabando pegada a su pecho, entrecierro los ojos, molesta.

—¿Qué? Estoy siendo romántico —se justifica antes de besarme.

—Estás siendo un pesado —refunfuño en medio del beso.

No responde.

Al menos no con palabras.

Desenlaza su mano de la mía antes de ahuecarme la cara con ella, obligándome a girar ligeramente la cabeza a un lado, profundizando el beso. Apoyo por inercia ambas manos sobre su pecho antes de ascender con ellas por él hasta llegar a sus hombros, para después pasar a rodearle la nuca. Ante el silbido divertido de alguien a nuestras espaldas, decido cortar el beso, poniéndome roja como un tomate.

—Adorable —murmura, sonriente al mirarme.

Idiribli —lo imito, cruzándome de brazos a la vez que me alejo un par de pasos de él.

Aunque no deja que me vaya demasiado lejos. Me rodea la cintura con los brazos, estrechándome más cerca de él. Ante el bufido frustrado que se me escapa, él rompe a reír.

—Eres más pegajoso que una sanguijuela —mascullo, mirándolo de malas formas por encima del hombro.

—Me encanta cuando me dices cosas tan bonitas —murmura de vuelta, entretenido con mi malhumor.

Cómo no.

—Entonces te encanto todo el tiempo.

Él enarca una ceja y amplía la sonrisa, acercando peligrosamente su cara a la curva de mi cuello.

—Exacto —susurra, erizándome la piel.

Si esto fuera una comedia romántica, sería el momento perfecto para que, quien sea que la estuviera viendo, soltara un «oh» en medio de un suspiro, pero como no lo es, lo único que ocurre es que acaba recibiendo un codazo en el costado. Claramente no capta la indirecta demasiado directa porque se pega aún más a mí, si eso es posible.

—No te pongas tan cariñosa en público, vayas a escandalizar a alguien —me advierte, vacilón.

—Eres idiota —murmuro, negando con la cabeza.

—Soy tu idiota.

—Desgraciadamente —suelto con pesar.

No necesito mirarlo para saber que está sonriendo el muy gilipollas.

Disgricidiminti —me imita, poniendo la voz más aguda.

—Yo no hablo así —refunfuño.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora