Capítulo Diéciseis

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Capítulo dedicado a mvpvvvvv, queridos diarios, hoy conocimos la envidia 💚

(Canción: Under My Skin de Briston Maroney)

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RYU

Antes de cruzar las puertas hacia el campo, miro una última vez por encima de mi hombro, encontrándome con el pasillo vacío. Trago saliva y centro mi atención en el grupo de trece jugadores de rugby que nos observan expectantes.

Siento la mirada de Javi sobre mí mientras nos acercamos a ellos.

—¿Qué? —pregunto, sin mirar en su dirección.

—¿Estás seguro?

—¿De qué?

—De jugar el último tiempo —responde igual de cortante que yo. Esta vez sí que lo miro al escucharlo, enarcando una ceja—. No lo hagas por orgullo, Ryu.

Niego con la cabeza, incrédulo.

—No es por orgullo.

—Entonces, ¿por qué es? —cuestiona en respuesta al cabo de un par de segundos en silencio.

Apoyo las manos sobre sus hombros, obligándolo a frenar el paso, quedándonos los dos parados en medio del campo. Ahora es Javi quien enarca una ceja, en espera a lo que le voy a decir.

—No solo somos un equipo que está jugando un partido —hablo con voz pausada, marcando cada palabra—. Somos una familia. Y la familia está en las buenas y en las malas.

Me fijo en que frunce los labios ante la sonrisilla que se le iba a escapar al escucharme.

—Así que familia, ¿eh? —suelta con tono burlón, moviendo los hombros para que deje de apoyar las manos sobre él antes de rodearme él los míos—. Creo que el golpe en la nariz te ha provocado alguna contusión cerebral o algo, porque estás muy moñas hoy.

Le doy un codazo en el costado cuando suelta una carcajada.

—En las buenas y en las malas —susurra.

—En las mejores y en las peores.

Nos sonreímos con complicidad antes de que él se marche trotando al centro del campo mientras que yo me acerco con paso más lento a las líneas defensivas. Con un simple gesto de cabeza me coordino con Tommy y Peter, que les hacen el mismo gesto a los otros tres. Cierro los ojos y respiro profundamente.

Ahora no hay nada más.

Ahora no hay nadie más.

Al abrirlos de nuevo solo me permito mirar un momento de reojo a las gradas para encontrarme a Esther mirando en mi dirección haciendo una mueca extraña, no sé si porque está preocupada, irritada, frustrada o las tres cosas a la vez. Es igual de fácil de leer como igual de difícil de comprender lo que pasa dentro de esa cabecita suya.

Sacudo la cabeza y muevo las manos un par de veces antes de estirarme y enfocar la vista en Javi, que está señalando a los de las líneas frontales su posición. Los del Trinity imitan nuestras posiciones en efecto espejo y se colocan un par de pasos más lejos de su línea de ensayo a comparación a nosotros. Su pateador inspira y expira varias veces y comparte una mirada con su capitán antes de enderezarse y alejarse del balón.

Javi me mira una última vez por encima del hombro. Él me guiña un ojo y yo centro mi atención de nuevo en el balón, en el momento justo en que el pateador corretea hacia el balón y lo lanza hacia delante.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora