Capítulo Veintiuno

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Capítulo dedicado Annyquilada... después de mucha espera y hype, ha llegado tu capítulo favorito. (El mío también, pa qué mentir). El crédito de la penúltima escena y el refuerzo de la amistad es tuyo. Gracias por estar igual de mal de la chota que yo. Tkm. 🐻❤️

Felicidades atrasadas paulasetelegram y feliz cumpleaños a @domigarcesv <3

N/A: Hay dos canciones porque este capítulo tienes dos mood demasiado opuestos para poder leerlo con una sola canción jiji.

(Canción 1: When The Sun Goes Down de Artic Monkeys)

(Canción 2: Alone With You de Ashlee)

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Parpadeo un par de veces, mirando a Helen, sin entender absolutamente nada de lo que ha dicho.

—¿Esther? ¿Cariño? —pregunta con la misma suavidad que le he visto emplear cuando le habla a Nara—. ¿Quieres que me vaya para hablar con la psicóloga?

Desvío la mirada de ella para centrarla en la treintañera que hay al otro lado del escritorio, observándome con suma paciencia.

Muchísima.

La suficiente para haber estado aquí durante más de media hora mientras que yo solo respondía con monosílabos.

—¿Te sentirías más cómoda si hablásemos a solas? —cuestiona ella, enarcando una ceja sutilmente.

Si no fuese por las veces que le había visto ese gesto a cierta persona, el gesto me pasaría desapercibido.

Niego con la cabeza y trago saliva, cerrando los ojos, respirando hondo.

—Prefiero que se quede —murmuro con voz ronca—. Si puede ser.

Ella asiente y se reclina sobre el asiento, en silencio. Miro de reojo a Helen que no despega los ojos de mí. Al ver el brillo preocupado y maternal de su mirada siento como el nudo en mi garganta se afianza y las ganas de llorar amenazan por tomar el control.

Aunque por un motivo completamente distinto al inicio de esta conversación.

De alguna forma, es como si mi madre estuviera aquí.

Sé que tengo todo su apoyo sobre mí, sé que si rompiese a llorar me consolaría y retiraría las lágrimas de mis mejillas, sé que susurraría palabras tranquilizadoras y me abrazaría con la misma fuerza con la que le había visto hacer cuando Kairi se frustraba con algún ejercicio de matemáticas y lo alentaba a seguir.

Alargo una mano en su dirección. Helen capta enseguida la indirecta y en lugar de cogerme la mano, arrastra la silla hasta que estamos las dos muy juntas, apoyando una mano sobre mi espalda, antes de empezar a acariciarla con lentitud.

—Habla cuando estés preparada —susurra, sin dejar de mirarme con ese cariño maternal que es imposible fingir.

Me obligo a sonreírle a modo de agradecimiento y vuelvo a inhalar profundamente antes de soltar todo el aire de golpe.

Después de que Ryu se marchó de mi habitación ese día, supe que tenía que hacer algo.

Que no podía seguir escondiéndome de los problemas y, como había dicho Brittany el lunes, aunque las cosas fuesen difíciles, debía hacerlo.

Por eso mismo, cumpliendo la promesa que me hizo en el baño hace una semana, estaba al otro lado de la puerta junto a Saoirse a que terminase —o más bien empezase— a contarle a la psicóloga del instituto lo que había pasado esa noche para que se pudieran tomar las medidas necesarias, ya que los dos éramos menores.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora