Capítulo Veintiséis

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Capítulo dedicado a anapreader... ¿sorpresa? Ya sabes porqué te pedí tu user. Adoro tus mensajes fangirleando, tus stickers cuando mando algún adelanto y tus comentarios por aquí. Estaré pendiente de tus reacciones en este  😎🖤

Mini-maratón 2/2

(Canción: Lose My Mind de Dean Lewis)

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RYU

Hemos estado escuchando distintas canciones en la radio del coche hasta llegar a Main Street. Algunas de ellas y otras mías, algunas más tristes, otras más alegres, algunas con las que Esther ha movido la cabeza como si se encontrase en un concierto de Rock n Roll y otras donde yo he decidido aprovechar los semáforos en rojo para interpretarlas, pillándola desprevenida.

Sin embargo, el plan de llevarla a casa directamente se ha visto cambiado cuando Javi me ha llamado porque a sus padres se les había averiado el coche y tenía que dejarles el suyo y, por tanto, él se ha quedado sin coche.

Por lo que yo le he ofrecido el mío porque para nosotros será mucho más fácil coger un bus dirección a DunDrum Centre de lo que será para él coger al pueblo perdido de la mano de Dios donde está trabajando en la comisaría local de prácticas.

—Me has hecho un favorazo —repite, dándome un abrazo rápido antes de subirse al coche—. ¿Seguro que no queréis que os acerque? No me importa.

—Como no te vayas ya, terminarás llegando tarde —le recuerdo.

El pánico renace dentro de él y clava por decimocuarta vez la mirada en la carretera a la vez que arranca el motor. Al contrario de lo que esperaba que hiciese, se gira de nuevo en nuestra dirección.

—¿Seguro...? —empieza dubitativo.

—Javier Fernández, arranque el puñetero coche ya y márchese.

—Vale, vale —murmura, malhumorado—. Menuda paciencia.

Esther, a mi lado, suelta una pequeña risa al escucharlo.

—Es igual de pesado que tú —susurra cuando Javi clava los ojos en la carretera otra vez.

—Sabes que te puedo oír, ¿no?

Ignoro su comentario. Él desaparece por la avenida, adentrándose a la rotonda del diablo, como solemos llamarla, donde hagas lo que hagas siempre vas a recibir un bocinazo.

—¿Quieres ir en autobús o andando? —pregunto, mirando a Esther.

Antes de responderme, mira hacia el cielo, frunciendo el ceño. Sigo el recorrido de sus ojos, encontrándomelo encapotado, invadido por nubes grisáceas que se van oscureciendo un poco cada vez de la manera más irlandesa posible.

—Parece que va a llover, ¿no? —cuestiona en respuesta.                                       

—Así te duchas de forma natural.

Aparta la mirada del cielo, para clavarla en mí de malas formas.

—Ya lo hice antes —refunfuña, cruzándose de brazos.

—Se dice «gracias» —añado, guiñándole un ojo.

Lo único que recibo en respuesta es que me haga el corte de manga, pasando por delante de mí, caminando calle arriba.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora