Capítulo Veinticinco (II)

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Capítulo a juliettaross estoy deseando ver tus reacciones después de que lo leas. Es un placer tenerte en esta familia inmadura y engreída jiji ❤️✨

Mini-maratón 1/2

(Canción: You Don't Know de Katelyn Taver)

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Después de la ducha, hemos decidido aprovechar el resto del día para hacer algo más que no sea ver películas y comer palomitas, aunque yo no me hubiera quejado. Pero estaba segura de que, si le volvía a obligar a hacer una maratón de las dos películas de Mamma Mia, se habría atragantado a cosa hecha con el bol de palomitas.

Desvío la vista de la carreta cuando Ryu baja el volumen de la radio. Tiene la vista al frente, pero de vez en cuando me mira de soslayo.

Más de las que debería cuando está conduciendo y a lo que yo le tengo que girar el rostro para que no se desconcentre.

Esta vez no falla, y le giro la cara mientras él refunfuña, molesto y me aparta la mano de malas formas a la vez que yo suelto una risa divertida.

—Tenías que hacer un trabajo sobre lo que vas a estudiar el próximo año para la señora Stinson, ¿no?

—¿Cómo...? —empiezo a preguntar, sorprendida. Pero yo misma encuentro la respuesta a ello—. Lo hiciste el año pasado.

Él sonríe y asiente con la cabeza, aprovechando un semáforo en rojo para mirarme.

—Tengo el sitio perfecto para el tuyo —afirma, orgulloso, desviando la mirada cuando la luz se vuelve verde.

—¿Y si no quiero ir? —pregunto en respuesta, girándome en su dirección.

—Vas a querer ir.

—¿Y si he quedado con Saoirse?

Ryu aparta la mirada de la carretera para clavarla en mí con incredulidad.

—No lo has hecho.

Frunzo los labios hasta formar una línea recta.

Durante varios minutos, ninguno de los dos dice nada.

—¿Y si...?

—¿Y si dices que sí? —me interrumpe.

Tengo que reprimir el impulso de sonreír ante el tono irritado en su voz.

—Vale.

—¿Vale?

—¿Ahora quién es el sordo? —cuestiono, consciente de que se va a molestar.

Niega con la cabeza, curvando imperceptiblemente las comisuras de sus labios hacia arriba como si no fuera capaz de controlarlo.

—Es que no esperaba que aceptaras tan fácilmente —confiesa, divertido—. Estaba dispuesto a ponerme de rodillas y suplicarte.

Esta vez ya no contengo la sonrisa.

—¿Puedo decir que no para que lo hagas?

No dice nada hasta que frena en un semáforo en rojo, en el que aprovecha para mirarme de malas formas.

—No, no puedes.

—¿Por favor? —suplico, haciendo un mohín con los labios.

Ryu entrecierra los ojos en respuesta.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora