Capítulo Seis

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Capítulo dedicado a rei_bigotitos la mejor estrategia siempre es shippear a todos con todos jeje 😏💜

(Canción: Here de Alessia Cara [Lucian Remix])

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No sé en qué momento pensé que ir a una fiesta repleta de desconocidos sería una buena idea.

Ahora, estando delante de la casa de ese tal Jason,me he dado cuenta de la pésima idea que es y de que ya es tarde para que pueda dar vuelta atrás y encerrarme en la seguridad de mi habitación.

—¡Venga, que vamos a llegar tarde! —me alienta Saoirse, arrastrándome hacia el interior de la casa.

Aunque podría considerarse perfectamente una mansión.

A diferencia de las otras veces que hemos quedado fuera del instituto, ha dejado atrás su vestimenta de jerséis anchos y coloridos junto a sus pantalones de campana, llevando en su lugar un vestido verde botella que se amolda a la perfección a su voluptuoso cuerpo, resaltando la palidez de su piel y su llamativo color de pelo.

A regañadientes, intento igualar su paso rápido, pero los tacones que me ha sugerido llevar me complican la tarea de andar a esa velocidad. Demos gracias que no me he tropezado todavía.

Cuando llegamos al primer escalón que lleva a la puerta de la entrada, suelto la mano de quien se ha convertido en mi confidente y me recoloco mi vestido negro, arrastrando la tela hacia abajo, porque por culpa de la carrera se ha subido a través de mis muslos, quedando más corto de lo que en realidad es. Me abrazo a mí misma, cuando la brisa nos sacude a ambas y revuelve mi pelo ondulado. Me retiro un mechón del rostro y respiro hondo antes de alcanzar a Saoirse, que ya ha subido un par de escalones.

Antes de tocar a la puerta se gira en mi dirección con una sonrisa pícara que no me gusta en absoluto. Entrecierro mis ojos en su dirección cuando comienza a acercarse.

—¿Qué? —cuestionó, recelosa.

—¿Qué de qué?

—Saoirse... —le advierto.

—No voy a hacer nada malo —dice, con la sonrisa ensanchándose en su rostro. Al plantarse en frente mía, me guiña un ojo—. O sí.

Entonces, sin pedir permiso, me recoloca el pelo a su gusto, mesándolo de un lado al otro mientras que yo la observo confusa, sin saber muy si quejarme por sus esfuerzos de no verme como un desastre o agradecérselo. Luego, pasa un dedo por debajo de mi ojos, retirando la máscara de pestañas que se me ha podido correr y saca de su pequeño bolso un pintalabios que abre con maestría y pone los labios en morritos.

Sé que quiere que la imite, pero en su lugar, frunzo los míos.

—Estoy esperando —suelta, al cabo de un par de segundos en silencio.

Balbuceo algo incomprensible con mis labios sellados.

—¿Quieres que saque mi artillería pesada? —cuestiona. Al ver que yo no digo nada, continúa con su monólogo—. ¿Por favor? ¿Por fa plis? ¿Please?

—Eres muy pesada.

—A mí me gusta llamarlo persuasiva —admite y sonríe de nuevo, al ver que dejo de fruncir los labios.

Siento el pintalabios en contacto con mi boca y me quedo lo más estática que he estado en mi vida, por miedo a acabar como un payaso si hago un solo movimiento en falso. Cuando termina, vuelve a guardarlo en su bolso. Sin embargo, parece que no ha terminado con su misión, porque de repente siento cóomo me baja el escote y me sube ligeramente la falda, mientras que yo la observo horrorizada. Ella suelta una pequeña risa ante mi mueca.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora