Capítulo Treinta y Cinco

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(Canción: History de One Direction)

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Al final la visita a la granja se nos alargó más de la cuenta y hemos llegado a la casa apenas hace unos minutos.

Las fotos no le hacen ningún tipo de justicia tengo que añadir.

Saoirse y yo nos enamoramos de ella solo con la portada, en la que podías ver una casa de una planta, con tejas rojas, fachada naranja y una puerta blanca, siendo de todo menos ordinaria y sutil.

Por dentro no distaba de ser muy diferente tampoco.

Lo que sí nos sorprendió fue el contraste de la modernidad del interior en comparación al exterior.

La cocina es abierta y tiene una gran isla en el centro, donde hay seis taburetes distribuidos a su alrededor. En el salón se encuentra un largo chelón y varios pufs repartidos cerca, todo sobre una amplía alfombra de estampado geométrico muy colorido, contrastando con los colores neutros del resto de la decoración.

Hay en total cuatro habitaciones, dos con camas individuales y dos con camas de matrimonio. Por lo que las elecciones estaban más que claras.

Al menos si fuéramos un grupo de amigos normales, el cual no es el caso.

—Vais a terminar haciendo que me eche novia solo para tener vuestros privilegios —refunfuña Kieran a mi lado, arrastrando la maleta por la gravilla que hay a la entrada.

—Pero... si es lo mismo —reflexiono, frunciendo el ceño.

—No lo es.

—¿Prefieres dormir en una cama individual solo o en una de matrimonio compartiéndola?

Frena de golpe, mirándome como si hubiera perdido el norte.

—Ambas opciones son horribles.

—Son las únicas que hay —contraataco.

Kieran pone los ojos en blanco a la vez que niega con la cabeza.

—No estás pensando bien tu estrategia —me recrimina.

Está bastante claro quien es el que ha perdido el norte de los dos.

—¿Mi estrategia? —repito, divertida.

—Claro. Tienes que escoger la cama de matrimonio y luego echar a la otra persona a patadas —murmura su plan maestro—. Así tendrás toda la cama para ti.

—No lo estás diciendo en serio.

Al ver que asiente con la cabeza, suelto una carcajada.

—Espero por el bien de la persona que decida salir contigo, que sepa dar patadas fuertes.

—Nada será comparable a la defensa del gemelo pequeño —alega, orgulloso.

Al abrir la puerta, no obstante, pierdo toda su atención. Deja que la maleta caiga con un sonido hueco al suelo antes de salir disparado hacia cada una de las habitaciones, supongo que en busca de la mejor cama individual entre las cuatro infernales que ha tenido la desgracia de dormir en ellas.

En su momento le ofrecí el sofá, que tenía entendido que podía convertirse en cama doble y tenía apariencia de ser la mar de cómodo.

Primera y última vez.

Dejo el pequeño cactus de peluche como soporte para que no se cierra y camino con lentitud, observando con precisión cada rincón. En el comedor hay un gran ventanal en el techo, dejando que la luz natural ilumine toda la estancia. Me dirijo en dirección contraria a Kieran y al entrever una cama de matrimonio, me adentro en la que será la habitación que nos quedaremos Ryu y yo durante el fin de semana.

Un inesperado amor | 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora