Capítulo 4

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No sé cuánto tiempo pasamos en completo silencio, mientras nos seguimos mirando fijamente sentados frente a frente con la mesita de café en medio con un florero para casos de emergencia y tenga que rompérselo en la cabeza, cuando el silencio se hace insoportable decido hablar.

-¿Cómo me encontraste?-

-¿Eso es importante?-

-Responde- mi tono no deja a discusión- por qué elimine todo rastro de mi paradero-

Suelta un suspiro, cruza sus brazos en su pecho mientras se recuesta en el sillón.

-Dos de mis hombres vinieron de vacaciones a este lugar, cuando te vieron en la calle tenían duda de que realmente fueras tú- se encoje en hombros- decidieron seguirte para cuando confirmaron que eras mi esposa, me llamaron-

-¿Qué haces realmente aquí, Dominick?-

-Ya te lo dije, quiero hablar tranquilamente-

-¿Ahora si?- digo irónicamente.

-Entiendo tu rencor hacia a mí, sé que metí la pata hasta el fondo y fui un hijo de puta realmente contigo-

-¿Me odias?- pregunto inesperadamente, es algo que necesito aclarar para que mis emociones estén tranquilas-¿me odias por haberte abandonado y haber roto nuestra promesa?-

Me mira fijamente unos segundos, creo que no se esperaba que le hiciera la pregunta.

-No, no te odio Katherine, ¿cómo podría hacerlo?- se encoje en hombros- al principio sí sentí rencor hacia ti, pero no odio, luego comprendí que en parte también fue mi culpa-

Volvemos a quedarnos en silencio, sumidos en nuestros propios pensamientos, realmente estoy perdida en que hacer ahora.

-¿Cuál es su nombre?- me pregunta inesperadamente.

-¿Cómo?-

-¿Cuál es el nombre de mi hija?- abro los ojos sorprendida ante su declaración, me regala una sonrisa sutil-no hay que ser genio para saber que ella es una mini versión mía-

-Anastasia, ese es su nombre- digo finalmente.

-Es el...-

-El nombre de tu madre, sí- le sonrío ligeramente.

-¿Puedo conocerla?-

-Eso ya no depende de mí, ¿quieres conocerla?-pregunto- Dom, estás en todo tu derecho en conocerla, eres su padre no soy quien para negarte eso-

-¿Pero?-

Me pongo de pie, para mirar por la ventana del apartamento donde se aprecia la ciudad, suelto un suspiro.

-Siempre dijiste que no querías hijos, más de una vez lo recalcaste, ¿qué cambio?-

-Muchas cosas cambiaron en el momento que te fuiste, me di cuenta que realmente quería, no, quiero formar un familia contigo-

Fijo mis ojos en los suyos, puedo ver la sinceridad en ellos, pero a una parte de mi le asusta que las cosas se vayan de nuevo al carajo y esta vez no tenga la fuerza suficiente para ponerme de pie.

-No lo sé, Dom...- digo insegura- no quiero que los niños se hagan ilusiones contigo para que después te vayas-

-No lo haré- sentencia con firmeza- pero solo dame una oportunidad para arreglar las cosas-

Lo miro en silencio unos segundos, sé que no debería, pero no puedo evitar perderme en sus ojos como tantas veces lo he hecho en el pasado, asiento a lo que dice.

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