Capítulo 39

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Siento como el sudor baja por mi frente, mientras un gruñido de frustración sale de mi garganta. Definitivamente, yo no aprendo. Me tomaré más en serio el no volver apostar contra el demonio que tengo como esposo. Mi espalda se arquea cuando siento sus dedos tocar ese punto de placer mientras su pulgar frota mi clítoris, su otra mano tortura mis pechos, cuando estoy cerca del orgasmo, nuevamente se detiene. Gruño.

-Ah, por favor...- digo sin dejar de gruñir- esto es una tortura-

-Eso debiste haberlo pensado antes, de desobedecer mis órdenes, hase- me sobresalto, cuando suelta un azote en mi muslo- ahora, atente a las consecuencias-

-¡Estas no son consecuencias, es tortura!- le espeto- te ahorcaría, pero no puedo-

Tironeo de las esposas, pero obtengo el mismo resultado, resoplo. Después de múltiples intentos de tratar de soltarme de su agarre, mi esposo optó por la segunda opción, no me pregunten por qué no sé, de donde sacó un par de esposas. Cuando menos me di cuenta, mis manos se encontraban esposadas encima de mi cabeza y con su cinturón, lo ató entre medio de estas para atar el sobrante a la pata del sofá, por lo tanto no puedo mover los brazos.

-Te odio- espeto, mirándolo mal.

-¿Estás segura?- me mira arqueando una ceja.

Nos miramos a los ojos, con desafío en nuestras miradas la suya contrasta con la mía. Antes de que pueda insultarlo, toma mi cintura colocándome boca abajo, chillo cuando su mano cae con fuerza en mis nalgas, me remuevo pero en respuesta recibo otro.

-Quieta, preciosa-

-¡Esto es injusto!-

-No lo creo, hase- escucho como se ríe- tú apostaste y perdiste-

-Pero-

-Pero, nada- me interrumpe- ahora, a lo que íbamos, ¿quieres correrte?-

-Si, por favor-

-Entonces, escoge- acaricia mis nalgas, donde me dio el golpe- ¿Mis dedos o me polla?-

Suelto un gemido, cuando sus dedos se pierden de nuevo entre mis pliegues, los dobla y mi espalda se arquea cuando vuelven a tocar mi punto de placer, muerdo el cojín amortiguando mi grito de placer.

-Ya sabes la respuesta- digo con la respiración errática- ¡Ah, dios!-

-Pero aún así, quiero oírla, hase-

Sigue torturándome, hasta que de nuevo estoy cerca del orgasmo, me muevo contra sus dedos buscando una forma de liberarme, pero él se aleja lo suficiente para que no pueda hacerlo. Lloriqueo, siento como un par de lágrimas bajan por mis ojos. Entonces, me rindo.

-Está bien, está bien- respondo- follame, por favor...-

Deposita un beso en mi espalda, lo siento sonreír contra mi piel.

-¿Ves? Tan difícil no era-

Estoy a punto de replicar, pero de una sola estocada me penetra, suelto un grito de placer dejo caer mi cabeza contra el cojín amortiguando mi grito. Mi esposo toma mi cabello, para pegarme a su cuerpo, muerde mi cuello donde está mi pulso haciendo que la sangre se me suba a la cabeza, susurra en mi oído.

-No te contengas, hase- muerde el lóbulo de mi oreja- las paredes son a prueba de sonido-

Comienza a mover a sus caderas de manera rápida y brutal, esa que me encanta llevándome al borde rápidamente del orgasmo, mis gemidos se hacen más altos y sus gruñidos mezclados con jadeos, llenan el cuarto, sus caderas se mueven más rápido y sus embestidas, se hacen demoledoras. Hasta que su mano, viaja por mi cuerpo, pellizca y tortura mis pezones haciendo que el placer se vaya a mi centro.

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