Capítulo 50

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Katherine

Nos miramos fijamente, nuestros ojos no se despegan del otro. Han sido unos meses realmente difíciles, me he concentrado en el trabajo para no caer en la tentación de correr cada vez a su lado. Mis ojos se llenan de lágrimas, al verlo sonreír frente a mí, al principio pensé que era un sueño o que mi mente me estaba jugando una mala broma.

Levanto mi mano lentamente, la cual tiembla con nerviosismo, al pensar que todo esto es producto de mi mente. Cuando mi palma toca su cálida mejilla, las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas al ver como su rostro se inclina hacia mi toque, cerrando sus ojos.

Es real

Él está aquí

Mi esposo

Mi teufel

Mi Rey del Infierno

Sus ojos azules vuelven a encontrarse con los míos, sonrisa no se borra.

-No tienes idea de cuánto te he extrañado, hase-

-Oh, Dominick-

Sin esperarlo mucho tiempo, envuelvo mis brazos alrededor de su cuerpo escondo mi cara en su cuello, dejando que las lágrimas corran libremente y pequeños sollozos salen de mi garganta. Sus brazos rodean mi cuerpo con fuerza, como si no fuera soltarme a nunca. Besa el topo de mi cabeza, mientras susurra por lo bajo.

-Dime que es real, que realmente estás frente a mi- pido con voz ahogada- que no es un sueño-

Saca mi rostro de su cuello, para mirarme. Aparta algunos mechones de mi rostro, sonríe enormemente mientras acaricia mi mejilla. Cierro los ojos ante su contacto.

-Soy yo, estoy aquí-

Las lágrimas no dejan de salir sin control alguno, no me molesto ni siquiera en limpiarla. Trago saliva, buscando las palabras.

-Te he extrañado- respondo- no tienes idea de cuánto-

Vuelvo a aferrarme a su cuerpo, colocando mi cabeza en su hombro. Su camisa absorbe mis lágrimas, sus brazos me mantienen pegada su cuerpo sin intención de soltarme.

Y no quiero que lo haga nunca

Nos quedamos un par de minutos en esta posición, disfrutando de la presencia del otro, cierro los ojos disfrutando el aroma de su perfume.

-Puedo ser la Reina del Infierno, pero es un verdadero infierno no haber estado contigo, estos meses-

Suspira

-Lo sé, ha sido muy duro- responde- algunas noches me levantaba, para verte a mi lado pero me encontraba solo-

Sin agregar nada más, toma mi nuca para que lo mire.

Entonces

Sus labios se encuentran con los míos

Gimo de placer y felicidad al sentir de nuevo el sabor de su boca, nos besamos con desenfreno como si fueran siglos los que no nos veíamos. Aunque fueron meses, se sintió como una eternidad.

Su mano se cierne a mi cintura, atrayéndome más a su cuerpo, mis manos se colocan en su espalda, pasándolas suavemente por ahí. Hasta que su nuca para profundizar el beso, gimo un poco más alto cuando su lengua se abre camino hasta la mía. Varias lágrimas siguen bajando por mis mejillas, pero no me importa sentir el sabor salado de ellas.

Cuando nos separamos por la falta de oxígeno, une su frente con la mía. Nuestras respiraciones se vuelven una sola, coloco mis manos en su pecho duro. Dominick, roza nuestras narices sin dejar de sonreír.

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