Katherine
Me quedo en la cama de Dom tratando de hacer memoria de lo que pude haber dicho y hecho anoche en mi estado de ebriedad estoy tan sumida en mis pensamientos que, no escucho la puerta del baño abrirse, mi respiración se queda en mi garganta al ver a mi esposo con una toalla alrededor de su cintura y el torso desnudo y una alrededor de su cuello, una gota de agua baja por su pecho y su abdomen marcado hasta perderse por debajo de la toalla, trago saliva duramente al verlo semidesnudo en la habitación lo repaso nuevamente sintiendo como mis mejillas se ponen rojas.
El hombre es tentación pura
-¿Katherine?-
-¿Eh?- respondo sin quitar mi vista de su cuerpo bien esculpido, escucho como se ríe eso me trae de regreso a la realidad- ¿decías algo?-
-Que iba a desnudarme para que disfrutaras de la vista completa- comenta con una sonrisa arrogante- o mejor, ¿por qué no me quitas la toalla tú misma?-
-Si- contesto sin pensarlo sin despegar mis ojos de la vista, entonces mi cerebro reacciona-¿Qué? ¡No!- digo al recobrar la razón, veo que está a punto de quitarse la toalla- ¡espera al menos a que me vaya del cuarto!- le grito llena de vergüenza-¡Pervertido!-
Veo que suelta una carcajada ante mi situación en represalia le aviento una almohada la cual esquiva fácilmente, me levanto para irme del cuarto y no caer en la tentación, cuando estoy a punto de llegar a la puerta una toalla se enrolla en mi cintura jalandome hacia el pecho esculpido de mi marido por inercia pongo mis manos en él para evitar perder el equilibrio, un jadeo sale de mi boca al tenerlo tan cerca sus ojos azules se oscurecen de deseo la toalla que me retenía es cambiada por sus manos que se colocan en mis caderas, mis manos siguen en su pecho las quito rápidamente, pero, una de sus manos toma mi muñeca y la vuelve a colocar en su pecho.
-Todo es y será siempre tuyo, hase- susurra con voz ronca en mi oído, para depositar un beso en mi cuello- soy todo tuyo, Kat-
Trago saliva, sintiendo como mis mejillas se enrojecen pero no de vergüenza si no de excitación y el calor empieza a llenar mi cuerpo su mano baja con la mía por todo su cuerpo acariciándolo por su estómago hasta sus abdominales que tienen una ligera capa de vello rubio cuando llega al inicio de la toalla, sin ser consciente de lo que hago realmente, deshago el nudo del pedazo de tela que me estorba dejándola caer al piso, sigo con mi camino hasta llegar a su miembro semi erecto suelta un gruñido en la profundidad de su garganta al sentir como mi mano sube y baja por su polla hasta que está total erecta, sus manos se cuelan por debajo de su camisa acariciando mis piernas hasta que llega a mis bragas las tantea sacándome un suspiro de placer cuando me acaricia por encima de ellas.
-Estás húmeda, hase- gruñe en mi cuello cuando aprieto ligeramente la cabeza de su miembro- carajo, no te detengas-
-Tu tampoco-susurro
Sus dedos hacen a un lado mis bragas, un gemido sale por fin de mi boca cuando acaricia mi clítoris reparte besos en mi cuello mientras sigue acariciándome y yo a él, su miembro se tensa más y más en mi mano dándome señal que no tarda en correrse mi espalda se arquea pegándome él, cuando introduce dos de sus dedos en mi interior mientras su pulgar sigue jugando con mi clítoris, me besa para callar los gemidos que salen de mi boca le correspondo sin dudarlo sintiendo como mi sexo se aprieta alrededor de sus dedos, mis piernas se sienten débiles pero su brazo rodea mi cintura para mantenerme en pie, su boca ahoga mi grito cuando llego al orgasmo en su mano poco después se corre siento como su semilla cae en mi mano, nos miramos fijamente con la respiración entrecortada y mis mejillas enrojecidas saca sus dedos de mi interior suelto un suspiro cuando lo hace con lentitud veo como se los lleva a la boca.
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Volver a ti
General FictionSaga Flores en la Mafia #3 Dominick Becker siempre se ha mostrado como un hombre duro y frío, creía que el amor era solo una ilusión hasta que llegó Katherine Lang a su vida demostrandole que por más riquezas y poder que tengas siempre estarás solo...