Capítulo 23: El Harry Posesivo Y Obsesivo Siempre Gana.

9.7K 493 53
                                    

HARRY


— Es tu primer antojo, yo quería regalarte tu primer antojo — abrí la caja llena de donas dentro, a Mia se le iluminaron los ojos, mira con más amor las donas que a mí, se puso a gritar feliz, sacando una dona rápido llevándosela a la boca, se tiró hacia atrás en la cama fingiendo un desmayo.

— Ni te imaginas cuánto necesitaba esto — dijo mirando el techo saboreando su boca.

— Yo necesito otra cosa — dejé la caja de donas sobre la cama y me arrodillé sobre ella para besarla, sabe a donas — Delicioso — me saboreé sacándome restos de chocolate que quedaron en mis labios, Mia sonreía feliz — Te amo princesa — sonrío aún más y acarició mi rostro.

— Eres tan perfecto Harry, por eso me da miedo que otra persona quiera tenerte, cualquiera en su sano juicio haría hasta lo imposible por tenerte — me acerqué a besarla nuevamente.

— Por suerte soy completamente tuyo — acaricié su cuello con mi nariz de arriba a abajo.

— Te amo Harry — sonreí y levanté mi vista para observarla — Papi Harry — le
mordí el mentón y por instinto se mordió el labio con fuerza — Me gusta que cada vez podamos solucionar nuestros problemas más rápido que antes — se puso a reír.

— Reconozco que no podría pasar más de un día enojado contigo — asintió enrollando su mano libre alrededor de mi cuello y con la otra no soltó la dona, llevó la dona a mi boca y le mordí más de la mitad de la dona.

— Yo tampoco — se echó a la boca el pedazo de dona que le quedaba y así pudo enrollar su otra mano alrededor de mi cuello.

— ¿Eres muy feliz con donas? — asintió feliz con la boca llena y me puse a reír.

— Con donas y con Harry James Thompson — me puse a reír  — Así lo imaginé, besos y donas — la miré con ternura.

— Entonces eso tendrás — me incorporé para sentarme, Mia se levantó acercándose a mí, la rodeé con mis brazos y tomó la caja de donas.

— Ayer mamá me dijo que con Taylor no discutía tanto, todos estos años jamás había llegado a casa llorando por Taylor — me descompensó su comentario, me provocó rabia, náuseas, me descompuso por completo — Y le respondí que con Taylor no era amor, pero que contigo había demasiado — levantó la vista sonriendo, pero se le borró su sonrisa enseguida, quizás qué rostro tengo — Lo siento, a lo mejor me expresé mal.

— Tranquila, creo que estoy entendiendo — tragó saliva nerviosa asintiendo muchas veces.

— Es que con Taylor jamás sentí celos, sentía decepción o que era normal verlo con otras chicas, que yo no era suficiente, si era frío, si no llegaba a casa, si no me invitaba a salir, si me dejaba sola, para mi era normal, pero contigo me sucede todo lo contrario, si aparece otra digamos que la sangre me hierve por dentro — me puse a reír y se relajó — Si me dejas sola me duele mucho — hizo un puchero — Contigo hay demasiado de todo y simplemente se me escapan de las manos las emociones — le acaricié su rostro y su cabello, es tan hermosa y adorable, es tan perfecta y cada vez que la miro siento que debo estar en un sueño, que la vida no es tan perfecta como para tenerla a mi lado, merecerla, tocarla y besarla todos los días, que me ame de esta manera, estas cosas se supone que no suceden en la vida, que la vida no es tan hermosa, pero aquí estamos, aquí está, todos los días a mi lado amándome y haciéndome feliz.

— Si lo entiendo, créeme que te entiendo, con cualquier mujer sería fácil estar a su lado, porque no siento nada por esa persona, es fácil estar al lado de la persona por la cual no estás enamorado, porque simplemente nada te afecta, pero contigo princesa, alguien te mira en la calle y te juro que me dan ganas de agarrarte ahí mismo y adueñarme de tu cuerpo solo para dejarles claro que yo soy el afortunado y que tu corazón está ocupado — sonrío demasiado feliz arrugando su naricita — Me afecta hasta cuando me quitas la vista para mirar a otro lado — se mordió el labio nerviosa — Me afecta cuando me sueltas la mano sin razón alguna — pasó sus ojos de los míos, a mi boca, mirándome con deseo, sonrió nerviosa, muy nerviosa y levantó su vista — Me afecta que mires con más amor a las donas que a mi — estalló en risas y verla reír de esa manera, me contagió la risa a mí. Se subió sobre mí y yo me apoyé en el cabecero de la cama — ¿Te había dicho que esta era mi posición favorita? — sonrió negando con su cabeza.

El Jefe Para Siempre Será Mío (3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora