MIA
Debo escoger la ensalada, toda esta semana comimos súper mal con Harry, pero mi ansiedad subió a las nubes y tengo ganas de comer un pastel que tenga mucho chocolate como su ingrediente principal. Estoy de pie en plena Quinta Avenida con la 33 mirando el Empire mientras pienso si comer mucho chocolate o una ensalada. Divisé un local a lo lejos que tiene pinta de ser una buena cafetería, así que caminé hasta allá, entré como una desesperada pidiendo una porción de torta de chocolate y cuando la pedí, sonreí ya más tranquila y me senté en una de las mesas a esperar mi delicia.
— Mia — miré a la mesa de enfrente y estaba ella, mi salvadora.
— Emily — sonreí a más no poder, no puedo creer que esté aquí — No puedo crees que estes en Nueva York ¿Por qué no me avisaste que vendrías? — me puse de pie enseguida caminando hasta ella y nos abrazamos por largos segundos.
— Ay es que te mueres, ando en un congreso que me tiene loca, pero loca, y vine solo a eso, el itinerario es súper corto y es costeado por mi jefe, así que desviarme de sus planes no lo considere viable para avisarte que vendría a Nueva York — Emily es de Portland, al igual que yo, es psicóloga, es mágica, es intuitiva, es sumadora, ella es simplemente genial, la conocí cuando regresé a Portland hace más de tres años, y nos hicimos grandes amigas, salíamos a tomar café, admito que hasta fumaba cigarrillos con ella mientras hablábamos por horas y horas y horas, ella fue el gran empuje que necesitaba para comenzar a hacer algo al respecto con mis inseguridades, más que tratarme como psicóloga, me trató como una amiga y desde ese punto pude abrirme con ella de una forma impresionante contándole cosas que jamás le había contado a nadie y ella estaba ahí siempre con las palabras perfectas para ir creciendo — Ay todavía usas el "detente" que te regalé — miré mi cuello y ahí está colgado el corazón que ella me regaló para que siempre anduviera con buenas energías, sonreí asintiendo, jamás me lo quitaría, tienen sus energías, que las considero altamente de poderosa positividad y suerte — Cuéntame como has estado mientras comemos, te he visto en las noticias — me senté en su mesa y mi pastel llegó — Con el chico del cual hablabas, te lo dije ¿O no? Este mundo es perfecto — lo dijo con voz de triunfadora y me puse a reír.
— Si, si, siempre lo dijiste, y estamos súper bien juntos, ha sido demasiado difícil enfrentar diferentes situaciones, y tengo ese presentimiento de que faltan muchas por enfrentar — esa ultima frase la dije con miedo recordando el mensaje que entró en mi teléfono, ese mensaje que hizo que mi ansiedad subiera a las nubes y me sacara de mi oficina a buscar un pastel de chocolate — Pero estoy disfrutando el viaje con él.
— ¿Por qué te noto poco convencida? — ahí está, su ojo clínico, por algo está haciendo su doctorado en psiquiatría, esta chica nació para esto.
— No es que no esté convencida de lo nuestro, es que lo que pasa, con Harry jamás habíamos estado así de estables y esta volviendo a suceder lo que me sucedió cuando lo conocí, compararlo con lo que viví con mi ex pareja.
— A ver, pero necesito saber que tipo de comparaciones, necesito un ejemplo para dame cuenta si esto es malo, o normal — asentí nerviosa echándome un trozo de pastel a la boca mientras ella terminaba su frase bebiendo café.
Taylor
— Encuentro que te ves muy voluptuosa con ese vestido blanco — por eso siempre escojo el negro, debí haber escogido el negro — O sea no estoy diciendo que se te vea mal, pero tus caderas se ven más anchas — mis malditas caderas, por más que intento hacer deporte no hay forma que se angosten mis caderas, nunca más usaré este jumper de traje blanco, buscaré otro tipo de ejercicios y qué comidas debo dejar para que se me angosten más mis caderas — ¿Sabes que lo digo por qué te quiero cierto? Cuando hay confianza como la nuestra puedo decirte lo que se te ve mal y lo que no, no para ofenderte, además es una realidad, no a todas las mujeres les queda bien toda la ropa, como a ti las cosas muy ajustadas haces que te veas más ancha — tendré que olvidarme del pasillo juvenil de mi edad, tendré que comprarme ropa solo de señora, porque en el pasillo juvenil todo lo de mi talla me queda ajustado resaltando mis curvas y Taylor tiene razón, no se me ve bien.
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El Jefe Para Siempre Será Mío (3)
RomansLas películas de amor siempre tienen finales felices. ¿Pero qué sucede en la realidad después del "Fueron felices para siempre"? Esta es la tercera parte de El Jefe De Mi Prometido, en donde Harry seguirá intentando hacer junto a Mia, una historia...