Capítulo 24: Mi Mejor Regalo De Navidad.

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HARRY


— ¿Interrumpimos algo? — preguntó papá, Mia me miró con desaprobación porque sabe lo que voy a responder y que no me voy a comportar porque Richard está presente.

— Claro que no, solo intentaba convencer a la madre de mi hija en hacer ciertas cosas sucias, pero nada más, así que tranquilo.

— No puedo creer que tenga que aguantar esto toda mi vida — respondió el señor Gregson haciendo que mi padre comenzara a reír.

— Permiso — se excusó Mia soltándome, entrando directo al salón, la agarré de la mano deteniéndola — Voy a entrar mientras fumas, te espero dentro — respondió dulce, pero sus ojos me están diciendo todo lo contrario.

— No, ya no quiero, prefiero entrar contigo — contesté rápido siguiéndola por los ventanales — Hey detente — la tiré de la mano y se detuvo girándose enojada, iba a hablar, pero apareció mamá.

— Ay no me digan que ya están discutiendo — dijo desanimada, el rostro de Mia pasó de enojo a tristeza mirando a mi madre — No empiecen ahora — miré a mamá enojado.

— Lo siento señora Thompson — respondió Mia culpable, mirando al suelo avergonzada.

— No, no — estoy realmente enojado — No tienes por qué pedirle disculpa, ¿Y tú desde cuándo te metes en mis relaciones? — mamá me miró sorprendida por mi arrebato de rabia, Mia me tiró de la mano, pero no voy a permitir que se intro meta y que se sienta con el derecho de meterse donde no debe y menos que Mia le tenga que pedir disculpas.

— Hijo — levanté mi mano para que no siguiera hablando.

— Lo siento mamá — tomé a Mia de la mano para ir directo a las escaleras — Iré a mostrarle la habitación a Mia antes de cenar — respondí tosco, Mia no se opuso, me siguió en silencio por la escaleras.

— Tienes que aprender a controlarte Harry — dijo apenas entramos en la habitación.

— Lo sé — me senté en la cama, restregándome el rostro desesperado — Lo siento, yo — me quedé callado, últimamente, o mejor dicho, siempre termino arruinando sus fechas importantes, o siempre termino arruinándolo todo por culpa de mis reacciones, de mi genio — No soporto la manera en que te mira, no soporto escucharte como le pides disculpas a alguien por algo que no debes — Mia se acercó metiéndose entre mis piernas, tomando mi rostro, la miré hacia arriba.

— Amor no te destruyas mentalmente — sonreí, me encanta cuando usa la palabra amor para referirse a mi — Tú me dices todos los días lo hermosa que soy, solo para que mi mente te lo crea, yo te diré que siempre te escogeré a ti y que serás el único, todas las veces que sea necesario, hasta que dejes de destruirte mentalmente — la abracé fuerte hundiéndome en su vientre.

— Pensé que te enojarías, que te irías, que discutiríamos.

— De que estoy enojada, si lo estoy, pero no ganaría nada dejándote solo, dejando que tu mentalidad empeore.

— Gracias — sonrió asintiendo — Eres la mejor — acaricié su pancita y le di un beso en esa zona.

— En el bolso que subiste aquí, está mi maquillaje y toallas desmaquillantes — comenzó a mirar el alrededor buscando algo — En ese bolso — dijo feliz, mirando hacia la izquierda.

— ¿Qué tiene? — me agarró del rostro con fuerza.

— Que me puedo volver a maquillar — se lanzó sobre mí besándome, haciéndonos caer hacia atrás sobre el colchón, metí la mano por el tajo del vestido. Maldita sea me pone a mil. Nos giré en la cama y subí mil escalones en nuestros besos, es como si quisiera devorarla con mi boca, saborearla, deleitarme con el sabor de sus labios y sus quejidos entrecortados.

El Jefe Para Siempre Será Mío (3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora