Capítulo 42: En Otras Vidas, Siempre El Mismo Destino.

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Estoy exhausto, no doy más con el cansancio, yo creo que esta semana no dormí, en parte por el trabajo, y reconozco que en parte por mi culpa, salgo todas las noches a algún bar.

— Recuerda que hoy tenemos la fiesta de fin de año en la revista — bufé enojado dejándome caer en mi asiento mirando a mi padre y a Richard, hoy en la noche había quedado con Rebeca. Y en esta fiesta no podemos faltar, porque se hacen regalos de navidad a los mejores trabajadores, se premian, se celebra el excelente año que tuvo la revista, y lo más importante de todo, es que yo soy el dueño de la casa central de Nueva York, sería insólito que no me presentara.

— Lo había olvidado — me restregué la sien algo enojado — Pero ahí estaré, iré a ducharme y a cambiarme.


Ya he saludado a cientos de personas, intentó retener la mayor cantidad de nombres, son mis trabajadores.

— Creo que todos se desconcentran con tu belleza Ana — Ana se atoró con su champaña riéndose.

— A mi no me vengas con esas frases de embustero que te resultan con todas, Estela me lo advirtió desde el primer día — comencé a reír observándola. Me llevo tan bien con Ana, Estela la contrato como secretaria y Estela siempre da en el clavo.

— Recuérdame que tengo que conocer al nuevo editor de deportes por favor.

— Claro señor, le encargué a Raúl que se acercara a presentarlo en cuanto pusiera un pie en el evento.

— Genial ¿Cual era su nombre?

— Taylor, Taylor Rylie — le asentí con una reverencia y me acerqué al bar a buscar un vaso de whisky, mientras me lo servían vibro mi teléfono, un mensaje de Rebeca.

— Señor Thompson — me giré observando la pantalla del teléfono — Él es Taylor Rylie — levanté la vista y con lo primero que me encontré es con lo más sensual que han visto mis ojos, ¿Y ella quien es? ¿A quién le importa quién es Taylor Rylie? — El editor de deportes — mire a Raúl asintiendo.

— Gracias Raúl — mire a Taylor estirando mi mano.

— Un gusto en conocerlo señor Thompson, le presentó a Mia, mi prometida — así que su prometida el muy bastardo. Le solté la mano y tomé la mano de Mia, justo el barman le hablo a Taylor así que aproveché de llevar la mano de Mia a mis labios.

— Un placer Mia— me soltó poniéndose roja, hay algo en su mirada que me fascina, que me intriga, que me está incitando a averiguar por qué me está mirando de esta manera. El idiota del editor de deportes siguió hablando no sé qué estupidez, ni siquiera le preste atención, solo le respondía "Si, claro", mi atención estaba completamente en su futura esposa y en ese escote.
Cuando se fueron Mia se giró y creo que me dará un infarto con esas curvas, menuda suerte del idiota, el sexo debe ser increíble con ella, ya me la estoy imaginando en todas las posiciones, tirarla de su cabello negro que remarcan sus pechos y sus caderas, CABELLO NEGRO, maldita sea tiene el cabello negro, me giré tomando mi vaso de whisky, el abuelo Johnson, no.

Pasaron unos cuantos minutos, cuando vi a Taylor conversar con un grupo de personas, sin su llamativa mujer. Comencé a recorrer el local con mis ojos, buscando un cabello negro, no la encontré. Salí a la terraza encendiendo un cigarrillo hasta que di con ella, está aquí. Mirando perdida el cielo de Manhattan, ¿Qué hace sola? Yo fuera su prometido no la dejaría por ningún momento sola, podría aparecer un oportunista como yo a robarla.

— ¿Qué hace una mujer tan hermosa como tú sola aquí en la terraza sin el idiota de su prometido? — se asustó al escucharme y me miró con sus ojos que siento que me pueden ver hasta el alma, se puso un poco roja y sonrió algo tímida.

El Jefe Para Siempre Será Mío (3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora